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Cinco historias del Manchester City que deberías conocer

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Cinco historias del Manchester City que deberías conocer

Billy Meredith, la primera leyenda citizen

La fría tierra de Gales es propicia para el surgimiento de mitos. Si son futbolistas aún más y, si son extremos se convierten en leyendas. Una de las grandes primeras leyendas del fútbol inglés cumplía los tres requisitos: le gustaba jugar al fútbol en sus tiempos libres, era extremo y era galés. Se llamaba, se llama, William Henry Billy Meredith. Y está considerado como la primera gran estrella del Manchester City. Meredith nació cerca de Wrexham, una zona eminentemente minera. Siendo niño comenzó a trabajar llevando carretas de transporte antes de convertirse en minero. Su hermano mayor trabajaba en el ferrocarril y lo llevaba a ver partidos del entonces emergente deporte llamado football. Empezó a jugar en un modesto equipo. Su rapidez pronto le hizo ganarse un nombre en los equipos de la zona. Recaló en el Northwich, y sus actuaciones hicieron que un día aparecieran por allí dos personas. Ante las innumerables preguntas que hicieron sobre Meredith, los lugareños sospecharon y los echaron: la leyenda dice que fue el presidente del Manchester City, John Chapman, y el gerente Joshua Parlby. Meredith firmó como aficionado, por lo que trabajaba entre semana y acudía a jugar el día del partido.

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Meredith se hizo popular por su velocidad, sus regates, su capacidad para centrar… y por un feo gesto: masticaba tabaco. Según él, era para concentrarse mejor en el juego. Lo peor era que al escupirlo se quedaban restos en su camiseta… hasta que un grupo de mujeres se lo recriminó. Para ellas, eso era horroroso e iba en contra de sus principios religiosos. Así que Billy Meredith decidió sustituir el tabaco por palillos que rompía con sus dientes hasta hacerlos pequeños. En 1904 llevó al City a ganar la FA Cup al derrotar al Bolton en Londres delante de una multitud de más de 60.000 personas. Pero en 1906 todo cambiaría: se le acusó de intentar sobornar a otro jugador. Declaró que lo hizo por orden del entonces gerente Tom Maley y aseguró que el club hacía pagos ilegales. Eso propició un escándalo mayor. Meredith fue multado. Se marchó al Manchester United. Siendo jugador de los Red Devils organizó la primera reunión para formalizar el sindicato de jugadores. En el United miitaría desde 1906 hasta 1921, cuando regresó de nuevo al City, donde colgaría las botas en 1924. Tras dirigir un hotel, con el tiempo montaría un pub. El Mago Galés falleció en 1958, con 83 años de edad.

El largo camino de Bernd Trautmann: de prisionero de guerra a héroe citizen

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Otra de las grandes leyendas del folklore del Manchester City es un alemán. Mejor, un prisionero de guerra reconvertido a héroe del conjunto citizen. Se llamaba, se llama, Bernd Bert Trautmann. Y su recorrido es apasionante y apabullante. Nacido en Bremen, en octubre de 1923, se alistó en el cuerpo de paracaidistas (había suspendido el examen de intérprete de morse). Enrolado en el regimiento Odenwald, luchó en la II Guerra Mundial en lugares tan distintos como Crimea y Moscú antes de ser capturado. Fugado una vez, volvió a la lucha. Volvió a ser hecho prisionero de guerra. Estando recluido en Bélgica y en Inglaterra, comenzó a jugar partidillos de fútbol. Debido a una lesión, se colocó bajo palos, ganando cierta notoriedad. Estando en Inglaterra como preso, en el campo de prisioneros de Ashton-in-Makerfield, su nombre empezó a destacar. Le fichó el Saint Helens, de regional, causando gran polémica, pero sus actuaciones pronto empezaron a recorrer Inglaterra. Ojeadores de equipos como el Tottenham, el Arsenal y el Manchester City iban a verle jugar. “Yo veía el desprecio y el odio en muchas miradas. Otras expresaban sentimientos…”, explicaría después. Finalmente se decidió por la oferta del City: “Me dijeron que en Inglaterra, la gente es mejor cuanto más al norte vas”. Dicho y hecho. Era 1949, y decidió quedarse a vivir en Inglaterra, el país que le ofrecía una nueva vida. Sin embargo, fue poner un pie en la ciudad mancunian y le gente se le echó encima. Más de 50.000 personas se manifestaron contra el fichaje. Su debut fue ante el Bolton, donde su presencia llevó a 27.000 personas al estadio. El City perdió 3-0. Pero Bernd Bert Trautmann jugaría hasta 1964… teniendo su día de gloria en la final de la FA Cup de 1956. Ese día, el City se proclamó campeón tras derrotar al Birmingham 3-1… con Trautmann de portero ¡y con cinco vértebras dislocadas en la zona del cuello! En un lance, Peter Murphy, ariete del Birmingham, golpeó con su rodilla en la parte posterior del cuello de Trautmann: “Sentí un crujido, me mareé y me quedé sin visión. Vino nuestro masajista, Laurie Barnett, y me dijo: ‘Sólo quedan 15 minutos’. Así que continué”. Tras no remitir el dolor, fue examinado: le descubrieron que se había salvado de la muerte por tres centímetros: la dislocación de la tercera vértebra impidió que le afectara a la médula… E hizo al City campeón.

El albañil que levantó la Recopa

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Dentro del palmarés que exhibe el Manchester City en sus vitrinas brilla un trofeo que pocos equipos pueden exhibir: la Recopa de Europa. Vino a ser la réplica de la Copa de Europa que había ganado su rival mancuniano dos años antes. No era lo mismo, pero lo que sí trascendía era que se había levantado un título europeo. El primero. Y eso eran palabras mayores. Su campaña había sido perfecta eliminando a Athletic de Bilbao, Lierse, Coimbra, Schalke 04 antes de superar en el Prater vienés al Gornik Zabrze polaco en un ajustado resultado 2-1, con goles de Young y de Francis Lee al transformar un penalti.

Pero siempre hay un líder oculto, un nexo que les une a todos en pos de una epopeya. Y en ese Manchester City de la década de los 60 y principios de los 70 tenía nombre, apellido y cargo: se llama Tony Book y era el capitán. El hombre que levantó ese primer título y que para poder hacerlo había tenido una vida azarosa. Book nació en Bath antes de trasladarse siendo muy niño a la India ya que su padre era miembro del ejército inglés. Mientras su padre combatía en Birmania, él se recorría con su madre el país indio viviendo en innumerables acuartelamientos. Fue allí donde aprendió a jugar al fútbol con balones construidos de harapos y cosidos con cuerdas. Aprendió a regatear sorteando cristales y matando serpientes con tirachinas. A su regreso a Inglaterra trabajaba como albañil y jugaba como aficionado… Con 28 años, Malcolm Allison, uno de los técnicos más carismáticos lo fichó. Se fue a Toronto primero y luego fichó por el Plymouth Argyle. Llegó al City con una trampa: Allison le llevó a un médico amigo suyo para que le quitaran dos años de su edad real en la ficha. Book, que jugaba de defensa derecho, se convertiría en un referente citizen. Pero estuvo a punto de no serlo: en 1968, durante una gira con el City por Estados Unidos estuvo a punto de morir en el accidente de tráfico más surrealista que uno se puede imaginar: iba con otros compañeros en un taxi cuando por la radio se dio la noticia del asesinato de Robert Kennedy. Al taxista le dio un ataque de ansiedad, se saltó un semáforo en rojo y casi acaban estrellados debajo de un camión. Pero no fue la única. Con 31 años se rompió el tendón de Aquiles, se recuperó y fue elegido mejor jugador del año junto a otro ilustre, Dave MacKay, del Derby County. Se retiró para convertirse en entrenador del City. Una de sus operaciones fue el fichaje de un polaco: Kazimierz Deyna. Un soberbio jugador polaco que actuó en Evasión o Victoria: le ficharon con dinero y material de oficinas: al ser miembro del Ejército polaco, las autoridades de dicho país solicitaron fotocopiadoras e impresoras. Brother, la empresa que patrocinaba al City se ocupó de eso…

El gol que Denis Law nunca quiso marcar

Abril de 1974. Derbi de Manchester. El City recibe a un United que, en plena reconstrucción del equipo que se había proclamado campeón de Europa en 1968, tenía muy complicada su presencia en la primera liga inglesa. Vamos, que se jugaba el descenso. Por el City se alinea Denis Law, uno de los miembros de la Santísima Trinidad del equipo de Old Trafford, junto con Bobby Charlton y George Best. Escocés de nacimiento, había triunfado en el Huddersfield antes de ingresar en el conjunto citizen por 55.000 libras, récord en aquella época. Un año después es vendido al Torino por el doble: 110.000 libras, pero aburrido del ultradefensivo calcio, regresa a Manchester en 1962, pero al United por 115.000 libras.

Allí estaría 11 temporadas, jugando 309 partidos y marcando 171 tantos. Sin embargo, al final de la temporada 1972-73, la directiva del United decidió no renovarle el contrato. El City le sondeó, le lanzó una propuesta y Law aceptó. Iba a seguir jugando al fútbol una temporada más. De esa manera podría prepararse para acudir al Mundial de Alemania, así que aceptó. Llegados a abril, el United recibía al City en riesgo de descenso. Era la penúltima jornada del campeonato y el último encuentro en Old Trafford. El encuentro transcurría con emoción y nervios, cuando en el minuto 81, el balón cayó a los pies de Law. Éste, de espaldas a la portería, decide resolver la jugada con un taconazo. El balón entra limpiamente. Law se queda paralizado, no celebra el gol y con la cabeza gacha vuelve a su campo. Pide el cambio y mientras se retira, con la cabeza agachada, una multitud de fans interrumpe en el campo. Law jugó así su último partido oficial. Aún participaría en dos amistosos con el equipo citizen en la pretemporada de 1974, pero aquel gol al United le hizo colgar las botas.

Rosler, el bombardero de Old Trafford

Uno de los jugadores extranjeros más queridos primero en Maine Road, el estadio donde jugaba el Manchester City, ahora el Etihad Stadium fue un alemán que, digamos, llegó por casualidad al fútbol inglés. Su nombre es Uwe Rosler y, detrás del hombre, surge la leyenda. En su caso afectaba más a su abuelo que a él mismo.

Rosler nació en la RDA. Siendo muy joven ingresó en las filas del Lokomotive de Leipzig, donde fue chantajeado por la Stasi para que controlara a sus compañeros. Un año después cambió de acera, marchándose al Chemie de Leipzig. También jugo en el Dynamo de Dresde y en el Magdeburgo antes de recalar en el Nuremberg en 1992. Pero en dicho equipo fracasó notablemente: jugó 28 partidos y no marcó. Volvió cedido al Dresde, donde tampoco vio puerta: apenas tuvo minutos en siete encuentros pero no vio la red contraria. Desesperado, hizo unos comentarios desafortunados que le iban a cerrar las puertas del fútbol alemán: “El Muro cayó pero sigue estando en las cabezas de algunas personas…”. No sentó nada bien, así que en febrero de 1994 se vio obligado a buscarse otro equipo. Se marchó a Inglaterra. Le salió una prueba con el Manchester City y fue a la aventura. Los citizen buscaban un delantero porque su titular, Niall Quinn, se había lesionado. En el partidillo marcó dos goles y se ganó un contrato temporal de tres meses. Le dio tiempo a marcar cinco goles en 12 partidos. El contrato se amplió por cuatro temporadas.

En ese tiempo, Uwe Rosler sería el pichichi del equipo citizen: marcó 64 goles en 176 partidos (entre Premier League y Division One) , ganándose el cariño de la grada hasta tal punto que en 2009 ingresó en el Hall of Fame del equipo celeste… Y por otro detalle más: se rumoreó que su abuelo había bombardeado Old Trafford, el estadio del Manchester United durante la II Guerra Mundial. Eso ya fue el acabose. Sacaron camisetas (él mismo posó con una), idearon una canción con ese estribillo… Pero el abuelo de Uwe Rosler nunca bombardeó Old Trafford! Eso sí, él nombró a sus dos hijos con los nombres de dos ídolos celestes, Colin (por Colin Bell y que está destacando en las categorías inferiores) y Tony (por Tony Book). Ahora, tras superar un cáncer (en 2003 mientras estaba en el hospital un amigo suyo le telefoneó para que pudiera escuchar como todo el estadio le coreaba) es entrenador. Y sueña con dirigir al City…

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