Desde la final de Europa League de 2015, el equipo que descubrió al coronel Lobanovski empezó un declive que lo llevó a una rápida desaparición. Un gran oligarca y el conflicto en Ucrania desempeñaron un papel decisivo
Semifinales de Europa League. El Dnipro se enfrenta al Nápoles de Rafa Benítez casi sin ninguna esperanza. De hecho, los ucranianos pasaron la fase de grupos gracias a un gol injustamente anulado al Qarabag contra el Inter. Lo mismo ocurre ante los italianos, que logran adelantarse en el estadio San Paolo con un tanto de David López pero encajan en seguida el empate en fuera de juego de algunos metros. En la vuelta, Seleznyov asegura la clasificación a la final. Un resultado histórico para un equipo que desde la fundación de la liga ucraniana se había acostumbrado a vivir en la sombra de Dinamo y Shakhtar. Al final, el Sevilla se llevó su quinto título en un partido que el Dnipro estuvo a punto de ganar y que terminó 2-3.
El año pasado, el que fue uno de los mejores equipos de la época soviética dejó de existir debido a una serie desafortunadas de eventos que se concentraron en un plazo limitado de tiempo. En la historia de su declive hay de todo: el conflicto del Donbass entre ucranianos nacionalistas y filo-rusos, un potente oligarca sospechoso que rechaza pagar sus deudas y la formación de dos nuevos clubes.
Los orígenes del Dnipro están vinculados al dominio comunista. Nació en 1918, un año después de la Revolución Bolchevique, por manos de la escuela tecnológica BRIT y su destino estuvo siempre relacionado con las grande industrias del régimen. En un primer momento, dependió de la producción del acero, período en el cual cambió su nombre hasta tres veces (Petrovits, Stal y Metallurg). En 1961, cuando pasó bajo el control de la factoría secreta de misiles y cohetes Yuzhmash, tomó su denominación definitiva, inspirada en el río Dnieper. La escalada armamentística de la Guerra Fría, llevó a Nikita Kruschev a prohibir las visitas a la ciudad de Dnipropetrovsk para esconder la producción del material bélico. Por lo tanto, el Dnipro fue obligado a jugar sus partidos como local en Kiev, hasta 1987. Hoy, la fábrica sigue produciendo misiles, aunque su principal cliente son, curiosamente, los Estados Unidos.
Lobanovski y el éxito
El Dnipro tiene el mérito de haber descubierto a lo que fue el mejor entrenador soviético de siempre: Valeri Lobanovski, el artífice de los grande éxitos de la Dinamo Kiev, el hombre que hizo grande a jóvenes estrellas como Andrei Shevchenko. El “coronel” sumó dos ascensos consecutivos y condujo el primer equipo de su carrera como técnico a la máxima serie en 1973, terminando la temporada sexto. Hay que esperar hasta 1983 para ver el primer título nacional. En solo seis años el dominio fue absoluto y los ucranianos ganaron todos los trofeos de la URSS: dos campeonatos, una copa, dos copa de la liga y una supercopa. La larga racha de resultados positivos quedó interrumpida solo con el fin del régimen y el duopolio Dinamo-Shakhtar en la nueva liga nacional.
Pese a que el Dnipro haya mantenido por muchos años una fuerte base autárquica que se rehusaba a fichar a jugadores extranjeros, su vuelta al nivel de la época soviética se debe a un español, Juande Ramos. El manchego acarició el título ucraniano en la 2013-14 y representó al mismo tiempo la salvación y la ruina del Dnipro, que le debía dinero por una cifra de 1,7 millones de euros. Lo mismo pasó con el siguiente entrenador, Markevych. Se cuenta que todos los jugadores que luego dejaron el equipo se marcharon con algunos pagos pendientes.
Myron Markevych heredó el legado de Ramos y alcanzó la final de Europa League de 2015. Había vivido un año de paro forzoso, “el peor de mi vida”, dijo, por ser un ferviente nacionalista antisoviético y definir el presidente Yanukovich y sus partidarios “perritos falderos de Putin”. Tuvo que vender una preciosa colección de libros para poder sobrevivir hasta sentarse en el banquillo del Dnipro. Fue el último momento de gloria antes del espectacular y rápido declive.
El declive
Tras la final de Europa League, el club vendió a algunos pesos pesados como Konoplyanka, Seleznyov, Boyco y Kankava. No obstante, alcanzó un tercer puesto pronto amenazado por las sanciones de la FIFA por no haber respetado el fair play financiero. El máximo órgano del fútbol mundial excluyó al Dnipro de las copa europeas por tres años. Estalló lo que fue un verdadero éxodo: se marcharon 18 jugadores. Entre ellos estaba Roman Zozulia, actual delantero del Albacete y controvertida figura acusada de ser neonazi sobre todo por la afición del Rayo Vallecano. En una pequeña entrevista en el sitio web Futbolgrad, relató un encuentro que tuvo con el financiador y responsable del club, el oligarca Kolomoisky: “Si el jefe me hubiera pedido que me quedara porque el equipo me necesitaba, lo habría hecho. Pero me empujó a irme y a aceptar cualquier oferta”.
Y el resultado se reflejó en el undécimo puesto de la siguiente temporada. Pero no terminó ahí: la FIFA desciendió al Dnipro hasta la tercera división ucraniana, la Druha Liha, por los impagos a Ramos, y Kolomoisky decidió rápidamente deshacerse del equipo.
Kolomoisky era un personaje oscuro, uno de los grande oligarcas soviéticos por antonomasia. Gracias a una red de influencia que incluía al presidente (Kuchma, Yushenko, Yanukovich) y al primer ministro (Tymoshenko), gestiona una holding, el Privatbank Group, que controlaba decenas de compañías nacionales en el sector energético, bancario, químico, petrolero, de transportes y de servicios públicos. La anexión rusa de la Crimea le empujó a desentenderse siempre más del equipo que gestionaba, el Dnipro, para volcarse completamente en la causa nacionalista. De hecho, asumió el cargo de gobernador del Óblast de Dnipropetrovsk por un año con el objetivo de frenar la avanzada filo-rusa. Kolomoisky financió personalmente la fuerza militar ucraniana, los grupos de paramilitares y prometió 10.000 euros por cada filo-ruso capturado.
El oligarca, también acusado por el Interpol de crímenes contra la población civil, estaba listo para dar el salto en el corazón del poder. Sin embargo, el presidente Poroshenko lo frenó y redujo su influencia. Desde entonces, se relata que haya vuelto a su vieja vida y haya vivido aislado en Suiza y Estados Unidos, lejos del odio de la hinchada del Dnipro.
Los nuevos equipos
Mientras tanto, Maksym y Yuriy Bereza, hijo y presidente efectivo del club financiado por Kolomoisky, además de Zozulia, fundaron otro club: el Dnipro-1, que irónicamente se inscribió en la misma serie del equipo original. El proyecto era muy ambicioso. El Dnipro-1 compró la cantera del Dnipro, una de las mejores del país, y fichó también a su entrenador, Myjhaylenko. El objetivo era ascender lo más rápidamente posible para volver a representar a la ciudad de Dnipropetrovsk en primera sin las grandes deudas del histórico equipo del oligarca.
Y no les pudo ir mejor. El Dnipro-1 dominó la Druha Liga, mientras el original llegaba octavo y la FIFA lo descendía a la cuarta y última serie, a nivel amateur. La 2018-19 representó la última temporada del Dnipro, que cerró su recorrido en última posición y no se inscribió al campeonato siguiente. El Dnipro-1 ganó también la segunda división, la Persha Liha, y se encuentra actualmente en primera.
Este gran caos se resuelve con otra desaparición: la del Dnipro 1918, el club que los antiguos fanáticos del Dnipro habían creado para protestar contra el Dnipro-1. No duró mucho, pese al apoyo de los aficionados del Metalist Kharkiv, hasta entonces acérrimos rivales que, sin embargo, se habían enfrentado al mismo declive. De momento, queda solo el nuevo Dnipro, el 1, que modestamente y lentamente empieza ya a devolver a la ciudad el espacio que merece.
Trofeos ganados
Trofeo | Años |
Liga soviética | 1983, 1988 |
Copa del URSS | 1988-89 |
Supercopa del URSS | 1988 |
Copa de las Federaciones Soviéticas | 1986, 1989 |