El equipo reúne a italianos y extranjeros para promover la integración a través del fútbol. Hoy compite en la quinta división nacional
Los insultos y los pitos de la hinchada del Hellas Verona a Mario Balotelli a principios de noviembre representan solo uno de los últimos episodios racistas en los estadios italianos. El año pasado les tocó, entre otros, al defensor del Nápoles, Kalidou Koulibaly, y a Moise Kean, cuando vestía la camiseta de la Juventus. Mientras el nuevo Gobierno, formado por la alianza entre Movimiento 5 Estrellas y Partido Demócrata, intenta responder al problema para olvidarse del clima de odio fomentado por el exministro del Interior, Matteo Salvini, hay quien lucha contra esta lacra a diario. Como el Afro Napoli United, el equipo nacido para integrar a italianos y extranjeros, de cualquier procedencia, a través del fútbol.
Quisimos ser un melting pot para todos los que viven en esta ciudad y quieren jugar al fútbol
El presidente de lo que se define como “el segundo equipo de Nápoles”, Antonio Gargiulo, solía organizar una pachanga semanal entre amigos. Al principio, su conjunto contaba con algunos jugadores senegaleses que fueron aumentando siempre más hasta alcanzar la mayoría. En 2009 se le ocurrió entonces la idea de crear el Afro Napoli United: “Con este nombre quisimos dar a entender que este equipo tiene las puertas abiertas para todos. Ya existían equipos así pero representativos del propio país de origen. Por eso quisimos ser un melting pot para todos los que viven en esta ciudad y quieren jugar al fútbol”, afirma el presidente. Gargiulo empezó recogiendo personas en la zona de Piazza Garibaldi, la estación central de trenes, donde hay una alta concentración de inmigrantes. La voz se difundió por doquier y en poco tiempo el Afro Napoli pudo conseguir 40 jugadores para matricularse en el campeonato del AICS, la federación amateur del fútbol italiano.
Sin embargo, el salto a la FIGC, la federación profesional, fue rápido. Afro Napoli ganó el título nacional amateur y decidió enfrentarse a una escalada de divisiones año tras año. Hoy milita en la eccellenza, la quinta categoría, por la segunda temporada consecutiva, después de acariciar el sueño de ascender a la Serie D el curso pasado. Mérito de un proyecto que corteja también a jugadores de divisiones superiores, como Luigi Velotti, el capitán: “Estar ahí te ayuda a vivir mejor tu vida porque si piensas en las personas de los centros de acogida, que por un vaso de agua son las más felices, valoras mejor lo que tienes”.
Los colores del Afro Napoli son verde, “que recuerda la cultura africana”, blanco, “el color de la paz” y azul, “que es el mar que nos divide de África”, cuenta el presidente. Pero el equipo de este año representa por los menos a ocho nacionalidades, entre las que, además de las africanas (Gambia, Guinea, Ghana, Capo Verde, Algeria), están la brasileña y la argentina. Gargiulo, con su director deportivo, Pietro Varriale, y su equipo de cazatalentos enlazó relaciones con agentes, centros de acogidas y con todos aquellos que quieran medirse a este desafío. Los más talentosos entrar en la plantilla del primer equipo, los que menos juegan con los amateurs y los menores con la cantera, activa desde 2018.
En medio de un continuo proceso de profesionalización, un talento destacó sobre todos. El de Maissa Codou Ndiaye, que en octubre firmó un contrato por la cantera de la Roma. Los medios recogieron la noticia porque el jugador senegalés, de 17 años, se erigió a símbolo de la lucha a favor de la inmigración y de la acogida. Maissa cruzó el Mediterráneo en barco y atracó en la isla de Lampedusa antes de llegar a Nápoles, donde fue señalado a Gargiulo. Varriale lo cuidó y lo ayudó a crecer tácticamente y físicamente. Gestionó también la negociación con la Roma y logró abatir las dificultades burocráticas: “Hizo el viaje de la esperanza en barco y ¿cuando llega a Italia tiene que esperar 10 meses para entrar en el campo? ¿Por qué? No lo entiendo. Te piden un año de enseñamiento obligatorio cuando el chico ya era integrado. Iba a la escuela, trabajaba, le daban clases. Lo único que no podía hacer era precisamente la cosa por la que vino a Italia: jugar al fútbol", se queja.
Como en los estadios más importantes de la Serie A, el Afro Napoli afronta a menudo los insultos racistas de las hinchadas adversarias. Los jugadores ya se acostumbraron a esta situación, como explica Velotti: “Cuando vamos a esos campos, si ganamos los equipos empiezan a enfadarse. Hasta que todo va bien, no se consideran racistas. Cuando todo le va mal, empiezan con los pitos”. Más contundente la opinión de Varriale: “En mi opinión, la Lega [que gestiona la organización de los campeonatos] debe dar una línea. El único modo para resolver la situación es dejar el partido ganado por 0-3 inmediatamente, sin avisar. Porque no se puede avisar siempre”, zanja.
Hasta que todo va bien, no se consideran racistas. Cuando todo le va mal, empiezan con los pitos
Todos coinciden en considerar Afro Napoli más una familia que un equipo de fútbol. El club ofrece ayudas dentro y fuera del campo: alojamiento, comida y, sobre todo, tramitación de documentos para orientarse en el caos burocrático italiano. Fuad Suleman llegó a Italia desde Ghana y, como el capitán, se involucró en el proyecto tras años en divisiones superiores: “Cada jugador que está aquí es un afortunado. Aquí hay gente que intenta cambiar no solo Italia, sino el mundo. La cosa más bella es el club, no me hace falta nada dentro y fuera del campo. Gargiulo no es un presidente, es un padre. Si tengo un problema con mi familia en África o en Italia está siempre ahí. Para mí y para todos los chicos que pasan por aquí. Cada día hay alguien que viene y él no dice nunca ‘no’ a nadie. A veces peleaba con él por eso, porque no es posible ayudar a todos. Pero quiere verlos contentos. Es su carácter. Si todo el mundo fuera como él no habría ningún problema”, sostiene.
En 2015, cuando se preparaban para ascender de categoría, salió un documental titulado Loro di Napoli (Ellos de Nápoles), un juego de palabras con el nombre de la película El Oro de Nápoles, dirigida por Vittorio de Sica en 1954. En una de las escenas se ve el presidente Gargiulo motivar a sus jugadores: “Hoy, todos nosotros, independientemente del etnia y de la procedencia, somos napolitanos y tenemos que demostrar con un fuerte mensaje que existe esta Nápoles y se sabe organizar, va en campo, se porta bien y sabe también ganar”.
El equipo femenino
El año pasado, Titty Astarita, jugadora del equipo femenino, se presentó con una lista de derecha aliada de Matteo Salvini en la elecciones municipales de un pueblo cerca de Nápoles. El presidente Gargiulo le pidió elegir entre su candidatura y el Afro Napoli, debido a la política de puertos cerrados de Salvini. Las jugadoras decidieron ponerse del lado de Astarita y se distanciaron del club, según afirma el presidente. Desde este año, Gargiulo cuenta con un equipo femenino de fútbol sala que milita en la Serie C.