En el Valladolid-Eibar (2-0) del pasado 26 de octubre, Mohammed Salisu marcó su primer gol en Europa con la camiseta del Pucela. Fue la consagración de un recorrido que lo llevó rápidamente de Accra, en Ghana, a ser titular inamovible al lado de Kiko Olivas con sólo 20 años. Esta nueva promesa del fútbol africano es el primer gran éxito de un proyecto inaugurado en 2017 por iniciativa de Fran Castaño, un español enamorado del continente oscuro, cuyo sueño se plasmó en la creación de la Africa Football Talent Academy (AFTA).

Exportar talentos al viejo continente es el objetivo final, pero detrás hay mucho trabajo para lograrlo. Tras su experiencia como analista táctico en el Deportivo Leganés, Castaño se marchó a África y ganó la confianza de la selección de Níger, con la que trabajó en la sub-17 y en la sub-20. Los dibujos infantiles que lo retrataban entrenando a jugadores africanos empezaban a realizarse. Entonces fue el momento de dedicarse a un proyecto que fuera suyo y en el que pudiera aplicar su idea del fútbol: “Ghana es el país que mejor conocía y lo elegí por el idioma y porque me gustaban jugadores ghaneses como Essien y Asamoah Gyan. El oeste de África tiene mucho más nivel futbolístico que el resto de los países. Ghana particularmente creo que tiene mucho más potencial. Me parece que fisicamente son mas fuertes y rápidos”, explica. 

Encontrado el inversor, la AFTA abrió sus puertas y ahora vive un continuo crecimiento. Castaño cuenta con un equipo de ojeadores en varias regiones de Ghana para individuar y llevar a su academia algunos potenciales éxitos. Ahí, los jugadores residen, se entrenan y reciben clases de francés y de español, sobre todo desde que se estrechó la relación con el Real Valladolid, gracias al éxito de Salisu, como cuenta el español: “La colaboración con el Valladolid fue a través de él. Hicimos como una especie de pacto. Nos vendieron la opción de que vinieran todos los jugadores que pensamos que podían tener el nivel suficiente para jugar en el Valladolid”.

El equipo sub-18 compite en la segunda división nacional, aunque estuvo parada por problema de corrupción del anterior presidente de la federación. Pero los entrenamientos se enfocan en desarrollar las capacidades de cada futbolista individualmente. Una vez alcanzada la mayor edad, la AFTA se ocupa de buscarles una salida. 

En dos años de vida, ya son una decena los que han conseguido una oportunidad en Europa. Con Salisu llegaron Baba y Seydou, ahora en Bélgica y Alemania, Asamoah está cedido al Tordesillas y hay “buenas sensaciones” sobre Amoah, en el Juvenil división de honor del Pucela. Todos quieren alcanzar el nivel de Salisu, pese a que “es algo que pasa cada mucho tiempo. No sólo su nivel, sino su adaptación rápida”, afirma Castaño, que añade: “Recuerdo cuando lo fuimos a buscar y estuvimos a punto de no cogerle porque llegó tarde y sin botas. Pensamos que no era serio y casi no lo vimos. Al final, pues mira: tenía que ser así. Una vez que vino de vacaciones perdió el pasaporte. Lo había dejado en un baño público de una gasolinera y por suerte alguien apareció a dárselo. Pensé que nunca iba a llegar”.

De hecho, el fútbol ghanés es muy diferente del español, como explica Salisu: “En Ghana jugamos más como en Inglaterra pero en España juegan el tiki taka, buen fútbol. En Ghana golpeamos y corremos, golpeamos y seguimos y jugamos agresivos”, dice en inglés. Por ello, la academia quiere expandirse y mejorar progresivamente el nivel de las instalaciones de que disponen para atraer equipos y países normalmente más interesados en jugadores africanos por su estilo de juego.

Castaño no se olvida de sus talentos y los apoya también aquí en España, donde pasa parte de su tiempo. Para Salisu se ha convertido en una suerte de mentor: “Es una persona muy importante para mí. No hay que olvidar el que te ayudó desde el principio. Me ayudó llevándome aquí y sigue ayudándome en cualquier cosa haga. Es como una familia”.

El gol que el defensa del Pucela marcó ante el Eibar fue para el español la revelación de que el camino de la AFTA es el correcto: “Fue como si lo hubiera marcado yo. Presentía que iba a marcar un gol pero me costó creerlo”.