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AC Milan: la historia del declive de un equipo que marcó una época

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AC Milan: la historia del declive de un equipo que marcó una época

Uno de los clubes más prestigiosos de la historia del fútbol se ha hundido en una crisis sin fin: sólo un trofeo en los últimos ocho cursos y el peor arranque en 80 años

El Milán se refugia en los recuerdos de lo que ha sido. Incapaz de construir un futuro a la altura de su pasado, el legado de la época de Silvio Berlusconi afecta un presente irreconocible. La hinchada se pregunta el por qué de este lento y espectacular declive, que ha terminado por destruir a uno de los equipos más victoriosos de la historia del fútbol. La huella que han dejado Arrigo Sacchi, con su revolución técnica, Fabio Capello, con su juego pragmático y Carlo Ancelotti, heredero de los dos, no puede cuestionarla ningún aficionado de este deporte. Ni tampoco el talento de los tres holandeses, Gullit, Rijkaard y Van Basten, o de Shevchenko, Kaká, Pirlo y todos los galardonados con el Balón de Oro que vistieron la camiseta de los diablos rojinegros en estas décadas de triunfos extraordinarios.

Esta temporada el Milán ha tocado el fondo. En las primeras 12 jornadas de la Serie A, el conjunto que ahora entrena Stefano Pioli, sumó 13 puntos y siete derrotas. La última vez que arrancaron así, los rossoneri terminaron décimos en el curso 1941-42 y el fascismo todavía gobernaba Italia, en plena Segunda Guerra Mundial. Ni siquiera en 1979 o 1981, cuando luego descendieron a la Segunda División, habían empezado tan mal.

No es un problema nuevo. Los siete veces campeones de Europa ya llevan años sin competir en la Champions y sin expresar un juego que convenza a sus aficionados. Desde el último doblete de Scudetto y Supercopa en 2011, el Milán ganó sólo un título, la Supercopa italiana de 2016, disputada en Arabia Saudí, gracias al decisivo Gigio Donnarumma, que detuvo el penalti de Paulo Dybala. Y eso tras una derrota en la final de Copa Italia contra la Juventus, que se impuso con gol de Morata en el minuto 110’. Sacchi sumó ocho trofeos en cinco años.

Detrás de esta crisis hay una serie de errores y una concatenación de eventos que empeoraron lentamente la situación. Los pocos instantes de esperanza terminaron por fracasar frente a la incapacidad de llevar adelante un verdadero proyecto de reconstrucción. Estudiando el recorrido de este desastre, las teorías sobre los elementos que han influido son muchas pero hay también un acuerdo sobre algunos de ellos.

Carlo Pellegatti y Luca Serafini son entre los narradores más conocidos de los éxitos del Milán, además de hinchas empedernidos. Siguen el equipo como enviados y comentan sus partidos desde hace décadas. En declaraciones telefónicas para AS, analizan el desarrollo de lo que está pasando y ofrecen diferentes explicaciones. Para Pellegatti, el gol anulado injustamente a Muntari durante el Milán-Juventus del 25 de febrero de 2012 fue un escándalo que marcó para siempre a los aficionados del equipo entonces entrenado por Massimiliano Allegri. Ese episodio facilitó a la vecchia signora el empate de Matri tras el tanto de Nocerino que adelantó a los diablos en la primera parte.

El Milán perdió la oportunidad para hacerse con su segunda Serie A consecutiva y la Juve consiguió el primero de una racha interminable de scudetti. Según Pellegatti, "si no hubieran anulado ese gol, el Milán habría ganado la Serie A e Ibrahimovic y Thiago Silva no se habrían marchado para firmar con el PSG". En la siguiente temporada, el conjunto de Allegri sufrió una hemorragia de campeones. Dejaron el fútbol Oddo, Inzaghi y Zambrotta y se fueron Pato, Cassano, Nesta, Van Bommel y Gattuso. El vestuario casi se quedó sin líderes.

En ese momento ya se podía notar el desinterés de Silvio Berlusconi, el presidente de un gran imperio que llevó el Milán sobre el techo del mundo. El presupuesto para los mercados veraniegos e invernales bajó progresivamente. No se fichaba a los campeones de los mejores conjuntos del mundo sino a jugadores de equipos como el Génova, cuyo presidente, Enrico Preziosi, era muy amigo de Adriano Galliani, histórico director deportivo de la época berlusconiana. Pasaron de una camiseta a otra hasta 33 futbolistas, algunos con discreto éxito, como El Shaarawy, Boateng o Borriello. "Comenzaron a fichar a jugadores de equipos inferiores. Hicieron un auténtico desastre", zanja Serafini.

Pellegatti no le perdona a Galliani que dejara que la Juve fichase a Carlos Tévez del Manchester City por 15 millones en 2013. En el Milán se incorporó Alessandro Matri, una de las decepciones del ataque rossonero, pagado 11 millones y procedente precisamente de la vecchia signora. La llegada de jugadores de bajo nivel y el dinero mal invertido llevaron a una diatriba interna entre Galliani y Barbara Berlusconi, a la que Silvio había dejado el control administrativo del club. La hija del cavaliere criticó en varias ocasiones a Galliani por la gestión del mercado y Pellegatti considera esta relación complicada como otro elemento que contribuyó al declive del Milán.

"No puedo competir con los petrodólares", dijo Berlusconi cuando se preparaba para vender el Milán a los chinos, como hicieron sus primos del Inter en 2013. El expresidente gestionó una negociación para entregar su criatura a Li Yonghong, un emprendedor que esconde todavía algunos lados oscuros. La venta se oficializó en 2017 y el nuevo club fichó a Massimiliano Mirabelli y Marco Fassone para encargarles un mercado que hizo soñar a hinchas como Serafini y Pellegatti. Llegaron más de 10 jugadores —entre los que estaba Leonardo Bonucci, que se convirtió automáticamente en capitán— y se gastaron 195 millones. Sólo un año después, se descubrió la desastrosa situación económica del nuevo presidente, que dejó el Milán en manos del fondo de inversión estadounidense Eliot. Para Serafini el error fue al principio: "Cuando Berlusconi vendió el Milán no lo hizo según lo que había prometido. Fue una operación muy personal y nebulosa, con movimientos de dinero incomprensibles. Cualquiera entendió el objetivo: era una operación financiera y no deportiva", afirma.

El fondo Eliot se hizo cargo de una situación difícil. Las inversiones de Li Yonghong devolvieron las competiciones europeas al Milán pero también lo hundieron con una balance en rojo de 145,9 millones de euros, debido a la disminución de los beneficios, de los patrocinadores y de los ingresos económicos de los partidos en casa. La UEFA acusó el Milán de no haber respetado el fair play financiero y los altos cargos del club alcanzaron un acuerdo retirándose de la Europa League de este año. Si el Milán se hubiera calificado para la Champions League, el estado financiero habría sido mejor, coinciden Pellegatti y Serafini. Pero Gattuso no logró el milagro y terminó quinto en la tabla con 68 puntos. Un buen resultado, el mejor de los últimos seis años.

En las últimas ocho temporadas, el Milán ha despedido a ocho entrenadores. El último en irse fue Marco Giampaolo, con una sólida trayectoria en equipos más pequeños como Sampdoria y Empoli. Siempre expresó buen fútbol y era lo que se esperaba que hiciera también en su primera gran ocasión. Después de siete jornadas y cuatro derrotas, Zvonimir Boban y Paolo Maldini, actuales dirigentes, lo reemplazaron con Pioli tras interrumpir la negociación para llevar al banquillo a Luciano Spalletti, todavía con un contrato en el Inter. La afición, cansada por los continuos cambios, creó el hashtag #pioliout en Twitter y protestó contra la decisión del club. Boban y Maldini, otrora leyendas del Milán en el campo, recibieron insultos y se convirtieron en la cara de la actual crisis. Les acusan de no tener un proyecto a largo plazo, aunque Serafini discrepa de este pensamiento: "Maldini no tiene experiencia pero, para aceptar un proyecto que ya rechazó hace dos años, quiere decir que vio algo concreto y transparente porque no se ponen en riesgo 50 años de historia de la familia Maldini [incluyendo el padre, Cesare, excapitán y técnico] por un club sin ambición. Este año ficharon a Leao, Hernández y Bennacer que tienen una trayectoria futura extraordinaria", sostiene.

Pioli, pese a 16 años de carrera como técnico profesional, nunca consiguió un trofeo. En la temporada pasada abandonó la Fiorentina en abril cuando iba décimo en la tabla. Su máximo resultado fue una final de Copa Italia como entrenador de la Lazio en 2015 contra la Juventus (2-1) y un tercer puesto en Serie A. Sin embargo, es un especialista en resolver situaciones complicadas como la que el Milán está viviendo.

Los partidos se suceden y los resultados positivos no llegan. El equipo invierte en los jóvenes pero le falta explotar a los talentos de su cantera y llevar al vestuario alguien con carisma. La primavera, el equipo de promesas, descendió a la Serie B y De Sciglio, Locatelli, Cutrone y Cristante, que destacaron cuando se estrenaron en la Serie A, ya no juegan en Milán. Otros se quedaron sin impresionar ni crecer, como cuenta Serafini: "Hay jugadores cuyo crecimiento es cero como Suso, Calhanoglu, Kessie o Rodríguez. Este último, cuando juega con su selección, es otro jugador. Lo mismo le pasa a Rebic", dice.

Por la decimotercera temporada el Milán se quedará sin ganar la Champions. Las imágenes del doblete de Inzaghi al Liverpool en la final de 2007 están en los recuerdos inolvidables de la hinchada rossonera. Eso es lo único que queda, los recuerdos: "Cuando construyes Pompeya y un volcán la destruye, queda solo el recuerdo de una ciudad extraordinaria. Ese volcán fue Berlusconi", concluye Serafini.

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