El Madrid ha pasado de recibir una lluvia de goles a que los delanteros rivales pasen frío. Hay algunos que valoran los días de lluvia porque dicen que así se piensa más. Zidane sería uno de esos. Yo le daría la vuelta al titular: ¿Simeone dejará de ser tan cholista en el futuro? Por ahora parece más cerca del pelo de Raphael que de entrenar un equipo atrevido.

Hazard es una estrella. Y eso significa que más tarde o más pronto va a triunfar en el Madrid. Como bien dijo Mario Cortegana, una actuación notable ahora le viene mejor a los que están nerviosos que a él. El belga es de esos futbolistas imparables en su punto, y por el momento está demasiado hecho. Corre a su favor la actitud mostrada en sus ratos de baja inspiración: hay que sumar hasta cuando nos flaquea el talento.

El Madrid parece un equipo de dibujos animados porque en sus partidos todo es posible. Para sus aficionados cada choque ya es un reto, jueguen contra el Brujas, el Granada o el Atleti. Zidane conserva su luz pero también sabe que a los entrenadores les pasa como al pescado, con el tiempo acabarán mal. Este Madrid siempre tuvo la silueta de Ramos: grandeza para los momentos decisivos y siestas a diario.

Courtois lleva tantos goles encajados que su memoria es un taladro. Contra el Brujas encajó una nueva variedad: el gol de chiste. El delantero rival hizo del ataque de nervios una virtud. A Courtois le pasa lo de siempre: unas condiciones infranqueables con una carita de gol en contra. El belga demuestra que la confianza es la mejor amiga de la suerte. Sin ella, la portería del Madrid parece custodiada por un anónimo, como el bueno de Carlitos Ferreira.

En Twitter Zidane tiene una fama particular. Le acusan de ser un racista de las edades, por su gestión de Rodrygo, Kubo e incluso Ødegaard. Con Achraf hizo una excepción; cuando el marroquí tenía pactada su cesión al Alavés la paralizó. Contaba con él. Y lo hará en un futuro cercano. Achraf es un lateral dominante, de los obligatorios en los equipos grandes. Además puede jugar en los dos carriles, un balón de oxígeno para un Madrid especialista en lesiones.

Areola estaba viviendo unos momentos sensacionales. Salvó al Madrid contra el Brujas y paseaba con un 3-0 de fondo. Fue como ver la felicidad y echarse a correr. En un silencio estrepitoso, el francés regaló un penalti al Granada. A partir de ese instante, Areola se quedó colgado del sol como un árbol. Ya no reaccionó. Lo definió muy bien Axel Torres: es un portero que entra por los ojos por su plasticidad, pero solo es constante en sus desconexiones.

 Al fin, Hazard se estrenó de blanco. La espera mereció la pena porque su primer gol fue de golosina. Una vaselina dulce, dulce. Sin embargo, el protagonismo lo tuvo Fede Valverde. Con él pasa como con los amores: le querríamos ver por primera vez todos los días. Una aparición de las que atrapa. Al uruguayo le intuíamos por sus condiciones prodigiosas, pero el sábado salió del cascarón. Valverde lo tiene todo para reinar. Su físico, la zancada y el pase tenso.