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Lampard

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Un paseo nostálgico por el Chelsea de barrio

El Chelsea tiene ante sí una temporada diferente, un reto importante y una planificación deportiva que muy seguramente puede ser inaudita desde la llegada de Roman Abramovich, allá por el año 2003. Un verano alejado de los grandes rumores del mercado (a priori) por la sanción que no le permitirá fichar y reforzar su plantilla, lo que obligará al conjunto londinense a consolidar un proyecto con cierto aroma a vintage.

En Stamford Bridge se han acostumbrado durante los últimos 16 años a la élite, a la gloria, a los éxitos. Títulos domésticos de todo tipo, logros de carácter continental. Lo que era un equipo más de la capital británica alcanzó la personalidad de referencia inglesa y europea a golpe de talonario. Sin embargo, toca remar contracorriente durante los próximos meses con un proyecto que volverá a sus raíces, que deberá solidificarse sobre una base conocida, propia, y que tiene unos argumentos menos mediáticos que pueden ser considerados como positivos o negativos según el punto de vista.

La sanción impuesta por la que el Chelsea no podrá fichar este verano presenta un dilema importante en el seno del conjunto blue: si no hay altas, las bajas deben ser mínimas o nulas. Permitir la salida de jugadores sólo podría tener consecuencias económicas en las arcas del club, ya que no podrían fichar sustitutos que garanticen recambios de calidad.

Sin duda, en este aspecto, el verano no ha empezado como se esperaba, ya que Eden Hazard cumplía su deseo y se convertía recientemente en nuevo jugador del Real Madrid. Aunque esta operación tiene un matiz. Hazard acababa contrato y suponía el doble dilema de, o bien dejarle salir este verano con una importante suma de dinero (como ha ocurrido) o esperar, aguantar, al próximo verano y permitir la salida del máximo estandarte a coste cero. A nivel económico, un acierto. A nivel deportivo e institucional, una baja importantísima, ya que se pierde al gran referente y no se puede acudir al mercado. Dinero fresco, pero sin poder usarlo. Las voces sabias en la zona afirman que Pulisic (quien fichó por el Chelsea allá por el mes de enero) es el elegido para ejercer en el hueco que deja el belga, en un movimiento previsor del club consciente de que la sanción podría ser efectiva.

Un proyecto doméstico.

Se presenta una temporada familiar en Stamford Bridge con una plantilla que será similar a la vista durante la ya extinguida temporada 2018/19, pero con ciertos matices que convierten el horizonte de los londinenses en un escenario conocido. Al no poder fichar, las salidas no deberían ser numerosas, pero si el Chelsea se ha caracterizado los últimos años es por su extensa lista de jugadores cedidos, repartidos por todo el ancho y largo del planeta, que son de su pertenencia y que, ahora, podría tener a su disposición para salir adelante ante una situación como la presente. Y como complemento, la vuelta de una leyenda para el banquillo: Frank Lampard.

El Chelsea ha asumido numerosas bromas los últimos años por la interminable lista de 24 cedidos que tiene fuera de sus filas. Una situación con ciertos tintes surrealistas que podría ser su solución de emergencia. Una lista en la que aparecen jugadores como Batshuayi, Bakayoko, Zouma, Tammy Abraham, Moses o Musonda, quienes ya han aparecen en la pole position para quedarse en la primera plantilla Blue y tener minutos la próxima campaña.

Un proyecto similar al del curso anterior, con jugadores cedidos que podrían tener oportunidades ante la necesidad institucional, y el gran cambio: el banquillo. Todo apunta a que Frank Lampard será el nuevo entrenador del Chelsea. Leyenda absoluta del club. Máximo goleador. Antiguo capitán. Numerosas son las pancartas que siguen recordándole semana tras semana y, ahora, tras firmar una fantástica primera campaña (debutaba como entrenador el pasado verano) en el Derby County, ha ganado peso para ser el encargado de ser el faro del proyecto. Pero no llegaría solo. Según ciertas informaciones nativas en las islas británicas, junto a él podrían llegar otras viejas caras conocidas como Claude Makélélé, Petr Cech o Didier Drogba.

Un Chelsea local, doméstico, incluso familiar. Un proyecto con muchas restricciones que sería dirigido por un exjugador histórico que conoce como pocos la casa. Un reto importante, serio, incluso complicado, ya que volverán a disputar la Champions League, pero que ha adquirido un clima familiar que podría traducir las dudas, inseguridades y temores en ilusión, confianza y unión ante una temporada que muchos sentirán como similar a las que vivieron los más antiguos del lugar antes de la llegada de Roman Abramovich

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