—Tiene nuevo destino: el Jamshedpur de Indian Super League.
—Es un nuevo reto, busco emociones fuertes. Necesitaba un cambio de aires y me salió esta propuesta y ni me lo pensé. Es una experiencia que me gustaría vivir y voy para allá con todo.

—Hay otros españoles allí…
—Casi en todos los equipos hay españoles. En el mío la pasada temporada había varios (Tiri, Cidoncha, Arqués, Carlos Calvo y Morgado), más el entrenador que era César Ferrando. Ahora están buscando nuevos españoles para jugar allí (Noé Acosta también ha firmado) y yo intentaré hacerlo lo mejor posible y ganar el campeonato.

—Ya probó suerte en Chipre y Grecia.
—Me marché del Rayo porque necesitaba un cambio de aires. He pasado toda una vida en Vallecas, con más alegrías que tristezas. Me fui al AEL Limassol de Chipre a intentar ganar la liga allí y nos metimos en UEFA, que no estaba nada mal. Me salió una propuesta de Grecia (Larisa y Lamia) y seguí con la aventura. Siempre digo que es el último año porque vas cumpliendo años y el cuerpo lo va notando, pero sigo jugando una media de 32 o 33 partidos por temporada, sigo metiendo goles y, sobre todo, sigo encontrándome bien. Hasta que el cuerpo me diga basta, seguiré jugando.

—¿Son campeonatos muy diferentes al español?
—A nivel de competición, la liga griega está un escalón por debajo. Si quitas a los grandes como Olympiacos, PAOK, AEK, Panathinaikos… podíamos decir que es una Segunda. La competición no es tan fuerte como la española, que es la mejor del mundo.

—¿Cómo se vive un partido desde dentro? ¿Es tan infernal el ambiente?
—La liga griega es un todo vale dentro de los estadios. No es como la española, que por cualquier pancarta ya te están multando. Allí vale todo: bengalas, petardos… es un ambiente un poco peligroso, sobre todo, para los niños. Tendrían que cuidar un poco más la seguridad porque un día se les va a ir de las manos y va a haber muchos problemas.

—¿Impresiona, entonces, verse en una de esas?
—Sí. Cuando estás en el calentamiento ves que hay poca seguridad y temes que pueda suceder algo. En los últimos partidos fuimos al campo del PAOK y el ambiente era terrible. Parecía que se estaba quemando el estadio entero, es un ambiente que nunca he vivido y era peligroso, puede tener consecuencias graves.

—En Grecia le ofrecieron seguir…
—Estaban muy contentos. Me ofrecieron seguir de jugador, de director deportivo, de entrenador… que siguiera en el club, pero la propuesta de la India no la podía dejar escapar.

—De momento jugador, pero ser entrenador le atrae…
—Sé que cuando deje el fútbol no voy a poder volver, es una vez en la vida y tengo que disfrutarlo al máximo. Sé que me quedan pocos años de jugar: uno o dos. No lo sé. Luego se abrirán nuevas etapas, con cosas ligadas al fútbol.

—¿Pero tiene el carnet de entrenador?
—Tengo el segundo nivel y voy a por el tercero para poder entrenar cuando cuelgue las botas…

—Dicen que se sufre más.
—Eso me dicen todos, Míchel y Mel. Se sufre porque sientes más soledad y responsabilidad.

—¿Cómo ha visto la temporada del Rayo?
—Ha sido complicada desde que empezó hasta que acabó. Hubo una pequeña racha en la que parecía que salía del descenso y veía un poco la luz, pero al final prima la regularidad en el campeonato y el Rayo no la ha tenido. Quizá han faltado jugadores con un poco más de experiencia, que te hubiesen dado ese plus, como pasó con Mario Suárez en la segunda vuelta. Eso mejoró al equipo.

—Hubo una temporada que terminó pichichi franjirrojo, ¿cómo ve al de este curso, RdT?
—Es uno de los mejores delanteros que hemos visto por Vallecas, sin duda alguna. He visto muchos partidos suyos y estaba a otro nivel. Muchas veces, un delantero solo no puede con todo. Ha hecho su trabajo muy bien (14 goles), ojalá me hubiera superado en la cifra (18) de la 2012-13. Es un grandísimo delantero y el próximo año estará en un grande.

—Hábleme de Paco Jémez.
—Es un técnico muy exigente, siempre encima de ti durante los entrenamientos. Como entrenador es de lo mejorcito. Un futbolista quiere jugar al fútbol, tener la pelota, la posesión y eso es lo que quiere él. Con él disfruté como nunca había disfrutado y encima metí muchísimos goles, que nos permitieron lograr la mejor clasificación en la historia del Rayo.

—¿Es el técnico idóneo para regresar a Primera?
—Nunca se sabe. A priori sí lo es porque es exigente, conoce bien la casa y a los jugadores… Ahora también necesita esa pizca de suerte. La Segunda es más larga, más complicada… hay muchos campos donde no podrá hacer el fútbol que le gusta y habrá que jugar de otra manera. Eso se irá viendo, pero ojalá suba al Rayo. Eso es lo que queremos todos.

—Sigue teniendo contacto con sus excompañeros y su peña…
—Eso es una alegría enorme, tener ese reconocimiento por todos los años en los que he estado aquí. Le doy mucho valor y ojalá siga estando ahí.

—El Granada ha conseguido el ascenso.
—Es un gran club y ha crecido una barbaridad, pocos equipos de Primera tienen esa ciudad deportiva. La afición siempre responde. Por muchos motivos he disfrutado con su ascenso.

—Peor lo está pasando otro de sus ex: el Zaragoza.
—Quizá por la importancia de lo económico. El que tiene más dinero tiene mejores jugadores y está arriba. El Zaragoza ha pasado por muchos problemas económicos y suerte que está en Segunda. Ojalá se recupere y vuelva a la élite, de donde no tenía que haber salido nunca.

—¿Qué entrenadores le han marcado más?
—Me quedo con un poco de cada uno, aunque Paco es quien más me ha marcado por el impacto que me creó. Quiere jugar la pelota sí o sí, no valía un pelotazo, ni otra cosa que no fuera jugar y como un equipo de la élite. Mel también, él me dio la oportunidad en el Rayo y creyó en mí en los comienzos. Abel, como persona, fue excelente y me quedo con muchas cosas suyas.

—¿Y qué compañeros?
—Sigo hablando con Carlos de la Vega, no se dedica a temas de fútbol sino a temas de auditorías. Suelo whatsappear con Pachón, tengo ganas de verle para rescatar alguna de las miles de anécdotas que tenemos, especialmente en Segunda B. Riki fue como un hermano. Recuerdo a cientos de compañeros.

—¿Y el Rayo? ¿Fue una de las etapas más felices de su carrera?
—Sin duda. Es toda una vida la que pasé aquí. Un futbolista vive durante diez o doce años y ocho los pasé en el Rayo. Vine con el equipo en Segunda B, con 5.000 aficionados en las gradas, que pasaron a 15.000 en los ascensos. He visto el cambio del club y hemos pasado de todo. Desde problemas económicos muy graves a momentos muy dulces. Seguramente en un futuro volveré a vivir cosas aquí.