En los deportes americanos abundan los nombre de fieras salvajes o guerreros, pero ¿qué lleva a un equipo a ponerse un apodo tan poco amenazador como las Redes?
Los Brooklyn Nets han sido una de las sorpresas agradables de la temporada, clasificándose para playoffs cuatro años después y superando uno de los traspasos más nefastos de la historia de las grandes ligas estadounidenses. En 2013, un año después de mudarse a Brooklyn desde Nueva Jersey, hipotecaron su futuro enviando a Boston sus primeras rondas de 2014, 2016, 2017 y 2018 a cambio de unos muy veteranos Paul Pierce y Kevin Garnett, que apenas duraron en el equipo uno y dos años respectivamente. Los Nets cuentan ahora con un núcleo joven muy prometedor, liderado por D’Angelo Russell (traspasado desde los Lakers hace dos temporadas) y bien secundado por Jarrett Allen, Caris LeVert, Rondae Hollis-Jefferson o el letón Rodions Kurucs. Pero en este artículo no vamos a analizar la temporada de los neoyorkinos, sino que vamos a centrarnos en algo que lleva asociado al equipo prácticamente desde su fundación en 1967 y que, a poco que comparemos con el resto de clubes, a más de uno le habrá llamado la atención: su nombre, “las Redes” de Brooklyn.
En los deportes americanos son mayoritarios los nombres que muestran fiereza, fuerza o valentía. Los más comunes son de animales salvajes: Lions, Tigers, Bears, Bruins, Bulls, Eagles, Panthers… Todos animales fuertes y fieros a los que no te gustaría encontrarte frente a frente. También de guerreros de distintas épocas o procedencias (Warriors, Braves, Chiefs, Blackhawks…) o incluso de seres míticos o antediluvianos (Giants, Titans, Raptors, Predators…). Otro factor común a la hora de nombrar una nueva franquicia es fijarse en algo característico de la ciudad o el estado sede. Por ejemplo: los Detroit Pistons por la industria automovilística, los Chicago Bulls por la cárnica, los Houston Rockets por la aeroespacial o los Milwaukee Brewers por la cervecera. Las Redes no son algo que atemorice o infunda respeto al rival, ni tampoco son ninguna seña de identidad ni de Nueva York ni de Nueva Jersey. Para encontrar los motivos de tan peculiar nombre nos tenemos que remontar más de sesenta años, hasta la década de los 50 del anterior siglo.
En el Nueva York de los 50 convivían tres equipos en las Ligas Mayores de béisbol. Al norte, en el Bronx, estaban los New York Yankees. En Manhattan jugaban los New York Giants. Y en Brooklyn, los Dodgers de Jackie Robinson (el primer afroamericano en jugar en la MLB). Pero en 1957, tanto Giants como Dodgers se mudaron a la soleada California, a San Francisco y Los Ángeles respectivamente, quedando los Bombarderos del Bronx como único representante de la Gran Manzana. Esto trajo un vacío en muchos aficionados neoyorkinos, que quedaron huérfanos de equipo (al ser los tres equipos encarnizados rivales, muchos fans de Giants y Dodgers no se hicieron seguidores de los Yankees). Para llenar este hueco, apenas dos años después de la mudanza se anunció la fundación de una nueva franquicia neoyorkina, que debutaría oficialmente en la temporada de 1962. El equipo heredó parte de los colores de Giants (naranja y negro, quedándose con el naranja) y Dodgers (azul y blanco): esos tres colores forman la bandera de la ciudad de Nueva York. Y como nombre se eligió uno muy representativo de la ciudad, los Metropolitans, que se abrevió por resultar demasiado largo. Habían nacido los New York Mets.
Seguimos en la década de los 60, pero cambiamos al otro deporte más mayoritario de Estados Unidos (aunque por aquellas fechas distaba de serlo). A la NFL, que llevaba en funcionamiento desde 1920 y que, por supuesto, contaba con su representante neoyorkino (los Giants) le salió competencia. En 1960 echó a andar una nueva competición llamada AFL, American Football League, que también contaba con su representante en la Big Apple. Se trataba de los Titans of New York y era uno de los equipos fundadores de la liga. El equipo tomó su nombre de sus vecinos de la NFL, los Gigantes. “Los Titanes son más grandes y fuertes que los Gigantes” fue la frase que utilizó el primer propietario, Harry Wismer. Sin embargo, económicamente no le fue bien y en 1962 tuvo que vender el club a unos nuevos inversores encabezados por Sonny Werlin. El equipo se trasladó al Shea Stadium, cercano al aeropuerto de La Guardia, y se renombraron en consecuencia: habían nacido los New York Jets.
En 1967 apareció otra liga con ganas de disputar la hegemonía a la competición oficial, en éste caso en el deporte de la canasta. Hablamos, por supuesto, de la ABA. Y con ella un equipo que, al no encontrar pabellón en Nueva York, tuvo que comenzar jugando en el vecino estado de Nueva Jersey. Tras barajarse varios nombres, la franquicia fue bautizada como New Jersey Americans gracias al balón tricolor con los colores de la bandera de las barras y estrellas que iba a utilizar la nueva liga. El año siguiente la franquicia logró trasladarse al fin a un pabellón en Long Island, Nueva York. Por aquel entonces, tanto Mets como Jets jugaban allí, al igual que un equipo de tenis llamado New York Sets. Albert Brown, presidente de la franquicia, aprovechó el cambio de localización para dar una nueva identidad al equipo, más acorde con la de sus nuevos vecinos. Así que buscó algo relacionado con el baloncesto que rimara con Mets, Jets y Sets. Habían nacido los New York Nets, que acabarían teniendo relevencia con el fichaje de un alero que revolucionó el baloncesto: Julius Erving. El ‘Dr. J’ les llevaría a ganar dos títulos en el 74 y el 76, y los Nets fueron una de las cuatro franquicias supervivientes de la ABA que acabarían integrándose en la NBA (junto con los San Antonio Spurs, Indiana Pacers y Denver Nuggets). Aunque según el libro sobre la difunta liga ‘Loose Balls’, de Terry Pluto, la rima no fue el único motivo que llevó a los Americans a convertirse en los Nets. Según dice Jeff Denberg en dicha publicación, el señor Brown estaba harto de la abreviatura que usaban los periódicos locales para su equipo: los ‘Amerks’, que le sonaba a comunista.
Sea como fuere, los Nets han conservado su nombre desde entonces, aun cuando volvieron a mudarse a Nueva Jersey en 1977, ya como parte de la NBA. Y otra vez cuando en 2012 volvieron a la Gran Manzana, siendo el primer equipo profesional en llevar el nombre de Brooklyn desde que los Dodgers se marcharon a L.A. en el 57. Sin embargo, hubo una intentona de cambiar dicho nombre… a uno aun peor. En los 90, la junta directiva llegó a presentar los papeles para cambiar el nombre del equipo al de New Jersey Swamp Dragons, los Dragones del Pantano. Afortunadamente, se echaron para atrás en el último momento. También hubo rumores de cambio de nombre cuando el ruso Mijaíl Projorov se convirtió en el accionista mayoritario de la franquicia y consiguió que se aprobara su traslado al popular barrio neoyorkino. Como sucediera en 1968, el actual jefe también quiso aprovechar el traslado para cambiar el apodo del equipo, e irónicamente los nombres que sonaron fueron bastante rusófilos, entre otros se barajaron Brooklyn Soviets o Brooklyn Reds. No deja de ser terriblemente irónico que los neoyorkinos hubieran dejado de ser los ‘Amerks’ porque sonaba a comunista y se hubieran acabado convirtiendo en los Soviets. Pero los rumores no pasaron de ahí y los Nets conservaron su nombre y su esencia. Las ‘Redes’ de Brooklyn llegaron para quedarse y seguro que dan muchas alegrías a sus aficionados en los años venideros.