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Antetokounmpo, un alero versión moderna de Magic

La marcha de LeBron James al Oeste con Los Angeles Lakers tras ocho años ininterrumpidos de dominio en el Este (cuatro temporada en Miami y otras tantas en Cleveland) ha abierto una puerta para que las estrellas de la Conferencia den un paso adelante. Y, entre ellas, la que más reluce es la de Giannis Antetokounmpo. El griego de 24 años está dando todos los pasos necesarios para ser uno de los grandes emperadores de la NBA en los próximos años.

Siendo un desconocido, aterrizó en 2013 en Milwaukee tras un corto paso por un Tecnyconta Zaragoza, con el que no llegó a debutar en competición oficial en España, y no ha parado de crecer: de los 6,8 puntos de su año de novato a los 26,6 que promedia este curso. De los 4,4 rebotes a los 12,8 y de las 1,9 asistencias a las 6,0. Un salto cuantitativo apoyado en unas condiciones físicas envidiables. Casi únicas. Sus 221 centímetros de envergadura le permiten dominar un aro al que llega con extra facilidad, gracias a su kilométrica zancada (puede recorrer la cancha en tan solo seis pasos, “pero desde el tiro libre, ninguno, puedo saltar desde ahí y llegar a la canasta", asegura).

El alero, una versión moderna de Magic (puede ocupar cualquier posición dentro de la pista), apunta hacia el MVP por sus capacidades y por el salto hacia delante en lo deportivo de los Bucks, que lucharán de tú a tú con Boston Celtics, Toronto Raptors y Philadelphia 76ers por alcanzar las Finales de la NBA. Milwaukee decidió dar portazo al experimento Jason Kidd y poner el equipo en manos Mike Budenholzer. Y el entrenador ha dado todo el control a Antetokounmpo: cuatro tiradores abiertos para permitir que sus penetraciones letales sean un simple juego de niños.

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Conquistar el premio a mejor jugador de la Liga sería el lazo perfecto para la dura historia del alero. En su niñez en Atenas, Antetokounmpo se dedicó a la venta ambulante de gafas, bolsos… para ayudar a su familia, que se encontraba en situación irregular tras llegar de Nigeria en 1991 (el nació en 1993). “Era el mejor vendedor”, dijo en una entrevista a la CBS. Durante casi 20 años no perteneció a ningún lado (no tenían pasaporte griego ni nigeriano) y tenía que evitar a la policía migratoria.

A su llegada a Estados Unidos, lo primero que le fascinó fue probar un ‘smoothie’ (batido de fruta). No sabía que tenía que llevar traje al draft, al que se presentó en 2013. En los primeros cinco meses en los Bucks vivía en un hotel porque sus padres, con quienes comparte ahora junto a su novia y su hermano un piso alquilado de dos habitaciones, no tenían el visado para reunirse con él. El jugador afirmó que, al no saber inglés todavía, no sabía usar la cuenta del banco.

Una historia de superación. Única e irrepetible gracias al baloncesto y que ha dado a los Bucks dimensiones internacionales. Peter Feigin, presidente de la franquicia, asegura que el 50% del tráfico digital que llega, procede de fuera de las fronteras de EE UU. Ocupa, además, el cuarto puesto en el ránking de venta de camisetas (tercero en España) solo por detrás de tótems como Stephen Curry, LeBron James y Kevin Durant. Un jugador de talla mundial que apunta a inmortal y del que disfrutaremos en el Mundial de China 2019.

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