As.com
En la imagen el aizkolari Nazabal en Zornotza

AS COLOR VINTAGE

Deporte vasco: desde levantar piedras a cortar troncos

Euskadi, históricamente, ha tratado de resaltar sus rasgos propios que encuentran en el deporte como uno de los puntos vertebradores. Quitando el fútbol, rey intocable, la pelota es el deporte con más seguimiento, aunque la crisis y la saturación de festivales ha provocado el descenso de modalidades antes multitudinarias como la pala, la cesta punta y el remonte. La pala, el deporte del leño, tiene su mayor arraigo en Bizkaia. Tras años de promoción, Asfedebi dejó en manos de Innpala la gestión profesional de los eventos. El adiós a un recinto legendario, como el frontón del Deportivo de Bilbao, provocó enorme incertidumbre.

El Bizkaia, enclavado en Miribilla (Bilbao), ha surgido como el templo de la pelota vasca, un recinto majestuoso, el más grande de todos, con más de tres mil asientos. En un principio, surgieron muchas dudas sobre cómo sería el acoplamiento a un frontón de 38 metros, denominado corto, por eso hubo que adecuar el material al recinto. El argentino Pablo Fusto es el gran dominador de la era moderna.

“La idea fue de un grupo de personas que aman la pala y que están ligados a este deporte. Nuestra intención es rescatar la pala, porque vimos que estuvo a punto de desaparecer. De ahí surgió la idea de tratar de resurgir un deporte tan nuestro, tan bilbaíno”, sostiene Andrés Llosa, director comercial de Innpala. En su afán por refrescar la pala, convocó hace unas semanas un flamante Torneo Internacional con duetos argentinos, franceses, cubanos y españoles (dos vizcaínos, uno ibérico, otro navarro y otro guipuzcoano).

La cesta punta también está pasando su particular ‘vía crucis’. Deporte con mucho arraigo en Florida y Filipinas, es un espectáculo ver a los pelotaris atrapar la pelota con tan poca superficie. Iñaki Goikoetxea es el gran dominador de la especialidad, que estos días, y hasta la final del día 31, celebra en Hondarribia el Campeonato Individual del Consejo Mundial. Por primera vez se jugará el torneo, que corona al mejor puntista mundial, en formato de liguilla y los dos primeros disputarán la final. Ya estaban clasificados para la liguilla Goikoetxea y Egiguren, campeón y subcampeón vigentes, y las otras dos plazas saldrán entre Hernández, López, Olharan y Enbil. En este caso, es Jai Alive el que lleva el peso del deporte.

El remonte estuvo a punto de desaparecer hace bien poco. Es un juego de origen navarro y la diferencia fundamental con la cesta punta estriba en la forma de la herramienta y en la manera en que ésta se utiliza, ya que en este juego no se retiene la pelota, sino que, al recibirla, se le golpea con la parte de la cesta lo más próxima posible a la mano, haciendo, al mismo tiempo, que remonte por toda su longitud para que gane impulso. Koteto Ezkurra, con once txapelas en catorce finales, es probablemente el mejor de la historia. Sin duda alguna, la modalidad estrella de la pelota es la mano.

Pelotaris como Aimar e Irujo son rebautizados como el Messi y Cristiano, respectivamente, del frontón. Xala se ha adentrado en ese mundo bipolar en los últimos tiempos, pero solo tímidamente. Su influencia es tan grande que muchos pueblos se dividen entre irujistas o aimaristas. Por una butaca en una final grande se pueden pagar más de 140 euros y las apuestas bullen a pie de cancha. Cada temporada alberga tres grandes torneos, como ocurre en tenis: el Cuatro y Medio, Parejas y el Manomanista, el más valorado por todos. Durante el verano, la actividad de los campeonatos oficiales para y se desarrollan torneos estivales (San Fermín, La Blanca, Donostia, Zarautz, Lekeitio, San Mateo…), con gran atractivo entre la afición pelotazale. Aizkolaris.

Con todo, el corte de troncos entre los aizkolaris siempre ha ido al corazón de los vascos, por conjugar fuerza, destreza y resistencia. Cada uno emplea su tiempo como quiere: puede tomarse descansos o lanzarse a tumba abierta. Todo cuenta.

En noviembre de 2011, contra todo pronóstico, Iñaki Azurmendi consiguió su primer título de campeón de Euskal Herria de aizkolaris, en un abarrotado frontón Municipal de Baztan, en Elizondo. En una de las finales más emocionantes de los últimos años, el aizkolari de Arriaran le sacó seis segundos al navarro Floren Nazabal, el gran favorito. En la final, se midieron seis aizkolaris: Josemari Olasagasti (Igeldo, 52 años), Floren Nazabal (Etxarri Aranaz, 42), Juanjo López Azpilikueta (Lezaun, 42), Luis Txapartegi (Aizarna, 41), Iñaki Azurmendi (Arriaran, 39) y Aitzol Atutxa (Dima, 23).

El trabajo de cada aizkolari consistía en cortar cuatro kanaerdikos, cuatro de 60 pulgadas y otros cuatro de 72. El material no fue bueno y complicó el trabajo a los aizkolaris: algunos troncos presentaron nudos importantes, por eso los tiempos fueron altos.

Azurmendi pudo saborear su primer gran triunfo, con una marca de 46 minutos y 50 segundos, seis segundos menos que Floren Nazabal. Un forzudo de 15 años. También hay deportes individuales vascos en los que la lucha se produce sólo contra las marcas de uno mismo. Es el caso de los harrijasotzailes (voz compuesta del euskera harri, piedra, y jaso, levantar), en el deporte de récords personales en el levantamiento de piedras, que también engloba a dos deportistas para competir por levantar un número superior de diferentes formas, dimensiones y pesos determinados. El más famoso de la historia es Iñaki Perurena, que en 1999 alcanzó la marca de 1.000 levantamientos continuos de una piedra de 100 kilos, en cinco horas, cuatro minutos y 46 segundos. Fue el primer levantador que alzó piedras de 300 o más kilos, llegando en 1994 a 320. A principios del siglo XX, se realizó la reglamentación de los pesos de las piedras, normalmente fabricadas en granito denso, para levantar, distinguiéndose cuatro formas geométricas: cilíndrica, esférica, cúbica y rectangular.

En los últimos tiempos, ha saltado a la fama Urdax Magunazelaia, que acaba de cumplir los 15 años y ya levanta 170 kilos. Es el nuevo niño prodigio del herri kirolak, los deportes tradicionales vascos. Mientras la mayoría de jóvenes de su edad se dedica al fútbol o los videojuegos, él alza moles. Es su hobby, además del deporte que practica desde hace años. Todo hace pensar que este portento superará pronto la marca de 177,5 kilos que estableció otro superdotado como Aimar Irigoien, con 14 años y 357 días.

Nacido en Mendiola (Abadiño, Bizkaia), a los 11 años Urdax sólo necesitó nueve segundos para levantar una piedra de 106 kilos y, con 12, pudo con una de 133. Un corte en el gemelo, subsanado con 16 puntos de sutura, le obligó a estar un tiempo parado. Pero eso no fue impedimento para que, con 13 primaveras, llegara a los 150 kilos, realizando una tanda de tres alzadas en solo cinco minutos.

Su entrenador desde hace cuatro años es Joxe Antonio Gisasola, Zelai, leyenda viva del herri kirolak, que ganó 16 títulos de campeón de Euskadi. “Un día fui con mi hijo y mi sobrino a hacer una actuación en la que estaba Urdax, que entonces tenía 9 años, y me dijo: ‘Yo también levanto piedras, de 50 kilos”, explica. Ahí empezó su carrera. Urdax pesa más 100 kilos y mide más de 1,70 metros. El levantamiento de piedras está enraizado en la época prehistórica.

Antiguamente, los seres humanos solían tener que transportar moles a rastras para la construcción. Más tarde, al igual que los aizkolaris que trabajaban en el bosque competían entre ellos cortando troncos a modo de pasatiempo, los canteros medían sus fuerzas levantando piedras. A pesar de que el levantamiento esté muy arraigado en Euskadi, las primeras noticias históricas de dicha actividad de las que disponemos son de finales del siglo anterior. Eso sí, los desafíos y competiciones con piedras eran muy normales durante el siglo XVI, y, al parecer, incluso mucho antes.

Bajo tierra.

Por último, la margen izquierda de la ría bilbaína del Nervión, con mucha riqueza y tradición minera, recuperó hace años como modalidad deportiva el esfuerzo de los barrenadores.

Desde finales del siglo XIX y durante el primer tercio del XX, ese oficio era muy común en las explotaciones mineras, donde era necesario perforar la roca mediante barrenas (barras de acero de unos dos metros de longitud y varios kilos de peso) para introducir los explosivos que después hacían estallar en voladuras controladas y así poder extraer la rocas que contenían el mineral de hierro. En aquellos tiempos, esa labor se realizaba a puro músculo, sin el empleo de ninguna máquina, por lo que era un oficio de especial dureza y, por lo tanto, muy apreciado, percibiendo los especialistas mayores salarios que el resto.

Esta dura actividad motivó que estos profesionales quisieran demostrar a los demás su fuerza y destreza en el oficio, causando gran admiración entre el público asistente. La ley de descanso dominical de 1904 favoreció las reuniones de ociosos en las plazas de los pueblos mineros, que pronto comenzaron a congregarse alrededor del espectáculo que protagonizaban los barrenadores. Desde un primer momento, surgieron apuestas sobre quién podría hacer el agujero más profundo o en menos tiempo, y pronto se organizaron campeonatos de barrenadores a los que acudía multitud de espectadores. El dinero de las apuestas era, además, un importante sobresueldo para unos pocos barrenadores que destacaban sobre el resto.

A principios de los 30, antes de la Guerra Civil, los campeonatos de barrenadores desaparecieron. Con la llegada de maquinaria (martillos hidráulicos y compresores), la perforación manual dejó de ser necesaria en las canteras y minas. Con el fin del oficio, se acabó este deporte popular, hasta su reciente recuperación como modalidad deportiva.

 

 

Back to top