El atleta fue atropellado en octubre de 2017. Pidió que le clavasen cuatro clavos de titanio en la cabeza durante tres meses para recuperar la movilidad del cuello y volver a competir.
El español Javier Gómez Noya correrá la próxima edición del Ironman de Hawai, será el 18 de octubre de 2018. El pentacampeón mundial de triatlón se medirá a una carrera cuya distancia no está acostumbrado, pero eso no será a lo más duro que se enfrente.
Tim Don eligió el dolor y la tortura a cambio de no decir adiós a sus sueños. El británico, de 40 años de edad, batió en mayo de 2017 el récord del mundo de la franquicia Ironman, Cruzó la línea de meta en Brasil en 7 horas, 40 minutos y 23 segundos. Cuatro minutos y seis segundos mejor que Lionel Sanders, anterior poseedor de la mejor marca. Es uno de los grandes atletas en la categoría Ironman y con la intención de defender su marca, e incluso mejorarla, viajó en octubre del año pasado hasta Hawai, para participar en una de las pruebas con mayor renombre en el circuito.
A tres días de la prueba, todo se volvió oscuro en la mirada de Don. El atleta fue atropellado mientras entrenaba por una de las carreteras de Hawai. Una furgoneta le arrolló, dejándole varias partes del cuerpo rotas, entre ellas una vértebra del cuello. Si no llega a ser por la rápida actuación de los servicios médicos, habría perdido la vida en una cuneta. Eso sí, los médicos le avisaban que su vida sí habían logrado salvarla, pero la vida deportiva ponía punto y final.
Tim Don se negó a tal realidad y rechazó ser sometido a una operación que le permitiría llevar una vida normal pero alejado del Ironman. Los médicos encontraron una solución, la misma por la que apostó el boxeador Vinny Pazienza, un aparato como una jaula atornillada a su cráneo. “El halo es un dispositivo de tortura medieval. Es una experiencia terrible. Consiste en clavar cuatro clavos de titanio en la cabeza, dos en la frente y dos en la parte traseras, unirlas con una circunferencia y colocar dos barras de metal para formar un busto. Es muy doloroso, pero funciona”, explicó el doctor de Don.
Este halo o tortura medieval es de gran efectividad si se quiere una recuperación completa sin apenas limitaciones en un largo plazo. Pero el camino es duro. Son tres meses de sufrimiento. Tim apenas logró dormir más de noventa minutos consecutivos sentado en una silla durante esos tres meses. El dolor llegaba hasta tal punto que le producía vómitos y veía, con la cabeza inmovilizada, cómo la sangre le supuraba por los agujeros en los que se encontraban introducidos los tornillos de titanio.
A pesar del dolor, continuó realizando un entrenamiento mínimo. No se desvió de su objetivo, volver a competir. El día que le retiraron el halo dio un gran paso. No podía girar muy bien el cuello, todavía era pronto, pero ya había pasado la prueba de fuego. Tim Don, a pesar de tener complicaciones a la hora de girar el cuello para respirar entre brazada y brazada en sus entrenamientos de natación, se puso a punto en las modalidades de carrera y ciclismo. En Boston dio otro gran paso. Corrió y terminó con una gran marca la maratón de Boston. Su cronómetro se paró en las 2 horas, 49 minutos y 23 segundos. Casi cinco minutos más que hace un año cuando rompió el récord de Ironman en Brasil.
Tim Don se está acercando a sus mejores marcas, a pesar del trecho que todavía le queda por andar para recuperarse del todo. Su principal reto es llegar en óptimas condiciones a la próxima edición del Ironman en Hawai. Donde tratará de defender su marca ante la amenaza de la presencia de Gómez Noya. Será una verdadera lucha de titanes.