Un país vecino de Alemania está hundiendo enormes cajas de hormigón para instalar una isla energética sin precedentes
Bélgica comienza a construir una infraestructura que albergará los equipos eléctricos de conexión para parques eólicos marinos.

En un rincón del Mar del Norte, a 45 kilómetros de la costa noroeste de Bélgica, ha comenzado uno de los proyectos más ambiciosos en materia energética del continente europeo. Se trata de la "Isla de Energía Princesa Elisabeth", una gigantesca plataforma artificial concebida no para producir energía directamente, sino para centralizar y distribuir la electricidad generada por los parques eólicos marinos que la rodearán.
La infraestructura, primera de su tipo en el mundo, funcionará como un nudo estratégico para transformar la corriente continua en alta mar en corriente alterna, lista para su distribución en el continente. El objetivo es facilitar la integración de hasta 3,5 gigavatios de potencia en la red eléctrica europea.
Colosos de hormigón flotante
El proyecto dio su primer paso visible a finales de abril, cuando dos gigantescas estructuras de hormigón, de 58 metros de largo, 28 de ancho y 32 de profundidad, fueron remolcadas desde el puerto neerlandés de Vlissingen hasta el punto de instalación. Cada una pesa 22.000 toneladas y forma parte de un conjunto de 23 módulos que constituían la base de la isla.
Aunque colosales, estos cajones son huecos, lo que les permite flotar durante su traslado. Una vez en posición, se anclan mediante ocho cables de hasta 300 metros de longitud, se llena con agua y posteriormente con arena para fijarlos al lecho marino. Alrededor, se colocan grandes rocas que estabilizan la estructura y la protegen de los golpes de las olas.
“Durante el remolque, cada cajón transportaba ya equipamiento técnico en su cubierta, como bobinas de cableado y tuberías”, detalla el responsable del proyecto en un comunicado oficial.
Un islote del tamaño de 17 campos de fútbol
La futura isla tendrá una extensión estimada de entre 6 y 12 hectáreas, según los planos difundidos. Esto equivale a una superficie que oscila entre 12 y 17 campos de fútbol. En su interior no habrá aerogeneradores, sino infraestructura de conexión eléctrica capaz de gestionar uno de los mayores complejos de Europa.
La ubicación no fu elegida al azar. El Mar del Norte se ha convertido en uno de los epicentros de la revolución energética europea. Sin embargo, conectar a tierra esa energía de forma eficiente sigue siendo uno de los principales desafíos técnicos. La isla funcionará como punto intermedio clave para conectar diferentes parques eólicos y garantizar la estabilidad del suministro.
La construcción física de la isla está prevista para completarse en 2026, pero el montaje de los quipos eléctricos podría extenderse hasta 2030. En total, el proyecto supondrá una inversión de 7.000 millones de euros, una cifra muy superior al presupuesto inicial de 650 millones.
Esta escalada de costes no ha frenado el ritmo de la obra. Desde que se anunciara en otoño de 2022, el proyecto ha avanzado con rapidez. Las primeras estructuras comenzaron a fabricarse en octubre de 2024, apenas unos meses antes del inicio del traslado al mar.
La isla lleva el nombre de Elisabeth, actual heredera de Bélgica, como símbolo del compromiso del país con el futuro energético más sostenible. Aunque la tecnología que albergará es compleja y aún en desarrollo, su objetivo es claro: convertir Bélgica en un nodo central de la red eléctrica europea y reforzar la cooperación energética transfronteriza.
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