Rescatan a un pescador peruano tras 95 días en el mar: sobrevivió con una dieta de cucarachas, pescado y sangre de tortuga
Máximo Napa Castro fue rescatado por una patrulla pesquera ecuatoriana a 1.126 kilómetros de la costa peruana, tras haber estado más de tres meses a la deriva en altamar.

Un pescador peruano que fue rescatado después de estar 95 días perdido en el mar. Máximo Napa Castro, como así se llama el protagonista de esta historia, fue salvado por una patrulla pesquera ecuatoriana a 1.126 kilómetros de la costa peruana, tras haber estado más de tres meses a la deriva en altamar, sin agua potable y alimentándose de las pocas provisiones de comida que tenía y de lo que el océano le ofrecía.
Tras el rescate, Napa Castro le dijo a CNN que su fe y su deseo de volver a ver a su familia le habían mantenido con vida, junto con una dieta de cucarachas, pájaros, peces y alguna que otra tortuga. “Primero, fue mi fe en Dios. Porque hablé con él durante muchos días. Porque le hice saber lo importante que era mi familia. Mi madre, mi hermano, mis hijos”, dijo Máximo Napa Castro, conocido como Gatón.
Los 95 días en alta mar y el milagro del rescate
El 10 de diciembre, Napa Castro zarpó desde Marcona (Perú) a bordo de su pequeña embarcación. Sin embargo, un fallo en el motor y las fuertes corrientes marinas le alejaron rápidamente de la costa. Sin radio ni medios para pedir auxilio, el pescador quedó atrapado en una pesadilla que se alargó durante más de tres meses.
En la entrevista, llegó a un punto en que pensó que ya no quería vivir. “Incluso agarré un cuchillo tres veces. Tres veces lo agarré porque ya no aguantaba más”, dijo. “Pero me dije: Tranquilo, Gatón. Tú puedes. Tú puedes”. Desde entonces, supo que debía racionar las pocas sobras de comida y agua que le quedaban, con la esperanza de que le duraran lo suficiente para que alguien le encontrara. Pero después de un mes aproximadamente, se le acabaron las raciones. Así que recurrió a medidas drásticas.
Su piel se cubrió de heridas por la exposición constante al sol y la sal del mar. Bebía agua de lluvia cuando podía, y cuando no, su única opción era su orina. “Después de enero y febrero, fue cuando comencé a comer cucarachas, pájaros y varios tipos de peces que saltaban al bote”. Tuvo que cazar aves en plena noche. Alrededor de la una o las dos de la madrugada, se posaban sobre su bote y se quedaban dormidas. Cogía un palo, se acercaba sigilosamente por detrás y las cazaba. “No quería hacerlo, pero no tenía otra opción. Era mi vida”, expresó en CNN.
En un momento dado, incluso tuvo que cazar una tortuga, no por su carne, sino por su sangre, ya que no tenía nada más para beber. Tiempo después, llegó una señal esperanzadora: un 14 de marzo. Estaba a punto de quedarse dormido dentro de su bote. Pero apenas 30 minutos después, escuchó una voz fuerte que gritaba su apodo: “¡Gatón!”.
Era un rescatista en un helicóptero. Fue entonces cuando le dije a Dios: “¡Lo lograste! ¡Lo lograste!” Las personas a bordo del helicóptero le hicieron gestos de que pronto llegaría otro barco para llevarlo a casa. Después de una hora, al anochecer, por fin vio las luces del barco. Después de esos 95 días insoportables, ha redescubierto el sentido de la vida. “Contaré mi historia a nivel mundial, para que el mundo sepa que Dios lo es todo en esta vida, que nos pongamos la mano en el pecho y nos llenemos de amor, que demos amor. Eso es lo que necesitamos aquí en la Tierra”.
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