Pierde su trabajo a los 55 años y se marcha a otro país para ganar el triple: “Aquí tengo calidad de vida...”

Alessandro Vendetti, un profesional italiano de 55 años, pasó dos años buscando trabajo en su país sin obtener ni una sola entrevista. A pesar de su larga experiencia y de contar con una agenda llena de contactos, nadie le daba una oportunidad. “A esta edad, en Italia consideran que estás acabado”, explica en declaraciones recogidas por Bayern Shop. Su situación refleja una realidad que viven muchas personas mayores de 50 años en el sur de Europa: el mercado laboral les da la espalda.

Tras cerrar su empresa y perder la esperanza de reinsertarse profesionalmente en Italia, Alessandro tomó una decisión drástica: empezar de nuevo en otro país. Eligió Países Bajos, donde actualmente reside en Leiden, una ciudad universitaria con gran dinamismo económico. Allí encontró trabajo en la Agencia Espacial Europea como consultor, el mismo puesto que desempeñaba antes, pero con una gran diferencia: ahora gana el triple de dinero.

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El italiano de 55 años que dio un giro total a su vida y que triplicó sus ganancias

“El cambio ha sido total. En Italia ni me llamaban, y aquí recibo ofertas todos los meses”, cuenta. Aunque reconoce que emigrar no fue fácil, también asegura que ha recuperado su autoestima laboral. En Países Bajos, dice, su experiencia es valorada, no despreciada. Esa mentalidad ha sido clave para que Alessandro pueda continuar su carrera profesional en lugar de verse obligado a una jubilación forzada.

Su historia pone sobre la mesa una realidad preocupante: en países como Italia o España, encontrar trabajo después de los 50 es casi una misión imposible. En cambio, otros países europeos, como Países Bajos, han adoptado modelos laborales más inclusivos y abiertos a perfiles senior. Según Eurostat, la tasa de empleo entre mayores de 55 años en Italia es de las más bajas de Europa.

Aún así, Alessandro no olvida su país. “Echo de menos nuestra hospitalidad, la comida, el calor de la gente”, admite. Pero, al mismo tiempo, es claro: “No volvería. Aquí tengo calidad de vida, seguridad, y me siento valorado. Eso no lo cambio por nada”.

Como él, cada vez más profesionales del sur de Europa toman la difícil decisión de emigrar. Lo hacen por necesidad, pero también buscando respeto y oportunidades. Y aunque el desarraigo duele, muchos coinciden en lo mismo: fueron encontrando lo que en casa se les negó.

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