Ni Santiago ni Madrid: este es el único Papa de Roma que está enterrado en una ciudad española
Sólo un tercio de los 266 papas designados en la historia por la Iglesia Católica yacen en la Basílica de San Pedro.

El fallecimiento del Papa Francisco el pasado lunes 21 de abril y su voluntad de no ser enterrado en El Vaticano ha puesto sobre la mesa una curiosa realidad: no todos los papas de la Iglesia Católica descansan en la Santa Sede. Aunque la imagen más habitual es la de los pontífices sepultados en las Grutas Vaticanas bajo la Basílica de San Pedro, lo cierto es que sólo un tercio de los 266 papas que ha tenido la Iglesia están enterrados allí.
El pasado sábado 26 de abril fue el funeral del Santo Padre, al que acudieron entre líderes internacionales, fieles y otros grupos sociales, 400.000 personas. Tras cinco días de capilla ardiente en la Basílica Papal, los restos de Jorge Mario Bergoglio fueron trasladados y depositados en la Iglesia de Santa María La Mayor, a unos ocho kilómetros de la Ciudad del Vaticano.
Con este hecho, por motivos históricos, políticos o personales, no todos los papas han sido enterrados en territorio vaticano. De hecho, uno de ellos se encuentra en España: el papa Pío I, cuyos restos reposan en la Capilla de San Eufrasio de la Catedral de Jaén, en Andalucía.
Un papa revolucionario de la Iglesia primitiva
Pío I fue el décimo Papa de la historia de la Iglesia Católica, y se estima que su pontificado se desarrolló entre los años 140 y 155 después de Cristo, durante un periodo en el que el cristianismo aún luchaba por consolidarse en un Imperio Romano que mantenía persecuciones intermitentes contra los fieles. Se cree que nació en Aquilea, en la región de Venecia, en el seno de una familia humilde, posiblemente de origen esclavo.
Durante su pontificado, Pío I tomó decisiones trascendentales que marcaron el rumbo de la fe cristiana. Fue un defensor férreo de la ortodoxia frente a las primeras herejías, como el gnosticismo y el marcionismo, corrientes que defendían otros dogmas (como la existencia de dos dioses, por parte del marcionismo) que ponían en peligro la unidad doctrinal en cuanto a la fe. Además, promovió la celebración del bautismo de conversos judíos en el Domingo de Pascua, una medida innovadora que abrió las puertas de la Iglesia a más fieles y que simbolizó la universalidad del mensaje cristiano.
Pero lo excepcional de su vida, paradójicamente, fue que tras su muerte —que algunas fuentes teológicas consideran martirial —, sus restos y reliquias fueron trasladadas siglos después a España, concretamente a la Catedral de Jaén. De este modo, Pío I pasó a ser el único papa nacido en Italia cuyos restos descansan fuera de su país de origen y del propio Vaticano. Según la diócesis de la ciudad andaluza, su tumba se trata de un “tesoro” poco conocido entre los muchos bienes que alberga la Catedral de la Asunción. Los restos del papa reposan en un hermoso sarcófago ubicado en la Capilla de San Eufrasio, dedicada al primer obispo del arzobispado.
¿Por qué Jaén?
Pues resulta que el papa Pío I no tuvo ningún vínculo personal con la ciudad andaluza. Sus restos llegaron en 1793, cuando el inquisidor general y obispo de Jaén solicitó al papa Pío VI una reliquia para ornamentar la capilla que estaba renovando. Según relata Francisco Juan Martínez Rojas, deán de la catedral, la costumbre era recibir pequeñas reliquias —como dedos, dientes o cabellos—, pero en este caso, de manera excepcional, se enviaron casi todos los restos del pontífice.
Así, de forma casi silenciosa, Jaén guarda en su catedral los restos de uno de los primeros líderes de la Iglesia Católica, un testimonio vivo del profundo y antiguo vínculo que une a España con la historia de Roma.
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