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La moneda española que buscan en todo el mundo: puede valer 2 millones de euros

Se trata de la moneda de 100 escudos, también denominada Centén; se acuñó durante el reinado de Felipe III y únicamente existen cuatro ejemplares.

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La moneda española que buscan en todo el mundo: puede valer 2 millones de euros
Pixabay

Las reliquias familiares tienen un gran valor. Los objetos que han ido pasando de generación en generación poseen, en muchas ocasiones, una valía sentimental incalculable. Así ocurre con las joyas, las fotografías o los escritos que quedan en cada familia. Otros, sin embargo, carecen de esta estimación. Y, cuando se encuentran objetos así, la mayoría de las veces se espera que su valor económico sea alto para poder venderlo y sacar algo de dinero extra.

Así ocurre con las monedas. Y más ahora, dado que el Banco de España ya no cambia las pesetas a euros. En cualquier caso, incluso antes de que este intercambio llegara a su fin, la numismática ya venía cobrando fuerza. Son muchas las monedas de la historia española que están más que cotizadas en este mercado tan especializado. Así ocurre con algunas de cinco pesetas, que pueden llegar a valer 36.000 euros, por ejemplo.

Sin embargo, la joya de la corona es algo más antigua. Se trata de la moneda de 100 escudos, también denominada Centén. Se acuñó durante el reinado de Felipe III, a principios del siglo XVII, más concretamente, en 1609. Realizada en oro, esta pieza de 71 milímetros de longitud y algo más de 300 gramos tiene un valor de dos millones de euros.

¿A qué se debe su valor?

Únicamente se acuñaron en 1609 y1618, durante el mandato de Felipe III. A posteriori, existen otras tandas datadas en 1623 y 1633. Hace algo más de una década, en 2009, se subastó en Áureo & Calicó uno de estos ejemplares producido en 1609 por 940.000 euros. Y, ¿por qué estos ejemplares son tan caros?

Su valor reside en varias particularidades. Una de ellas es su proceso de acuñación. Es destacado porque se usaba un método a presión. En primer lugar, se introducía la pieza de oro entre dos cuños. El siguiente paso consistía en recortar el cospel para dotarlo del peso que se quisiera y, finalmente, se pulía a mano. La segunda particularidad es que sólo existen cuatro ejemplares, uno por cada año que se sabe que se acuñó.