Sociedad

El hombre que hace 300km en coche todos los días para ir al trabajo y se gasta la mitad de su sueldo: “Traten de hacerme feliz”

Un profesor italiano de 44 años recorre a diario la distancia entre Castelluccio Valmaggiore y Bisceglie, Italia, para dar clase, pese al alto coste y la falta de estabilidad laboral.

Este nuevo imprescindible para el volante ya es el más vendido y cambia por completo la experiencia de conducción.
David Cuéllar
Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y actualmente estudiante del Máster en Periodismo Multimedia Profesional en la misma institución, su trayectoria académica y profesional está marcada por una pasión por la escritura que le acompaña desde la infancia.
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Es habitual que, aparte de las ocho horas de jornada laboral que se suelen hacer, muchas personas tengan que realizar un trayecto de ida de una hora y otro de vuelta de la misma duración. Un profesor de 44 años, en una entrevista de La Repubblica, ha comentado cómo cada día tiene que recorrer 300 kilómetros para ir a trabajar de Castelluccio Valmaggiore a Bisceglie, Italia.

Este recorrido lo hace aproximadamente en una hora y media. Se define a sí mismo como un “profesor errante”, dado que se despierta a las cinco de la mañana “para estar allí a las 8” y vuelve a casa alrededor de las 15:30, yéndose a dormir “aproximadamente a las 22”.

Muchos se estarán preguntando cuánto tiene que gastar en gasolina en ida y vuelta, y son unos 400 euros. A esto, el profesor ha comentado que hay que sumarle las revisiones y los neumáticos, y que prácticamente se deja “la mitad del sueldo”.

Mudarse a esta ciudad es algo impensable, dado que tiene dos hijos pequeños y uno de ellos acude a terapia en Bisceglie, por lo que debe acompañarlo varias veces a la semana, ya que su mujer no conduce.

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Por estos motivos, una de las primeras cosas que les dijo a sus alumnos fue que intentaran hacerlo feliz y que se fuera contento. En cuanto a su sueldo, dice que no puede quejarse; el único problema es que, habiendo entrado con una clasificación escolar, no lo recibe todos los meses. “El siguiente, el de septiembre, aún no me lo han acreditado. Pero mientras tanto pierdo. Estoy sustituyendo a un colega que, lamentablemente, no está bien. Esto se ha convertido en la escuela: tener que vivir de las desgracias de los demás”.

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