El avión empieza a desplomarse, la azafata arranca a llorar y lo que hace un pasajero es inquietante y humano a la vez
Uno de los pasajeros de un vuelo de Japan Airlines comenzó a hacer el testamento tras descender el avión miles de metros en poco tiempo. Al final, aterrizaron sin problemas.
El avión es el medio de transporte del mundo. Es lo que generalmente se suele decir, y lo que refrendan las estadísticas: según el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el riesgo de fallecer en un accidente aéreo es de 1 por cada 13,7 millones de abordajes. Ello no quita, no obstante, que un accidente pueda conllevar consecuencias fatales. Como fue el caso del accidente en India, en el que únicamente sobrevivió una persona de las más de 200 que iban a bordo.
Por ello, cuando uno detecta a bordo alguna anomalía, lo normal es pensar en lo peor. Eso, si es que da tiempo a reparar en ello. Una situación que vivieron recientemente los pasajeros de un vuelo de Japan Airlines con destino a Tokio. La aeronave, un Boeing 737, registró un fallo mecánico y comenzó a caer de repente casi 26.000 pies de altura (casi 8.000 metros).
En cuestión de minutos, el avión, con 191 personas a bordo, entre pasajeros y tripulación, pasó de estar a casi 10.000 metros de altura a quedar únicamente a 3.200 metros. El accidente, por entonces, estaba ya en la cabeza de muchos. “Oí un estruendo sordo y la máscara de oxígeno se cayó en pocos segundos. La azafata lloró y gritó que me pusiera la máscara de oxígeno, diciendo que el avión tenía una avería”, relaja un pasajero a People.
Mientras tanto, una de las personas que estaba al borde de las lágrimas tomó papel y bolígrafo, temiéndose lo peor, y comenzó a escribir su testamento y sus datos financieros. Por suerte, no tuvo que terminarlo ni fue entregado a sus familiares, puesto que el piloto declaró una emergencia en el control de tráfico aéreo y la aeronave fue desviado al Aeropuerto Internacional de Kansai (Osaka), donde aterrizó sin mayores complicaciones.
Los pasajeros, tras el susto experimentado y las molestias de tener que detenerse en una ciudad ajena a su destino, recibieron 15.000 yenes (88 euros) y se les ofreció alojamiento durante la noche.
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