El artista italiano que ha ganado miles de euros vendiendo esculturas invisibles y fue acusado de plagio: “Esta es para mí la más enigmática”
Tras el revuelo mundial causado por “Io Sono” y “Davanti a te”, las dos primeras esculturas inmateriales vendidas en subasta en 2021 por 15.000 y 28.000 euros respectivamente, Salvatore Garau vuelve a Milán del 8 de abril al 11 de mayo

Tras el revuelo mundial causado por “Io Sono” y “Davanti a te”, las dos primeras esculturas inmateriales vendidas en subasta en 2021 por 15.000 y 28.000 euros respectivamente, Salvatore Garau vuelve a Milán del 8 de abril al 11 de mayo en el Spazio Roseto de Corso Garibaldi 95 con la exposición “CORPO non CORPO”, comisariada por Milo Goj.
El artista, con más de 40 años de carrera a sus espaldas, regresa tras su primera exposición individual en Cannaviello en 1984. Garau busca con sus obras que le demos tanta importancia a lo inmaterial como a la materia misma, un concepto que nos empuja a reflexionar sobre cómo percibimos el mundo y sobre las infinitas posibilidades que se esconden detrás de las apariencias.
Sus polémicas ventas
Hace cuatro años, el artista italiano vendió su obra “Davanti a te” por 27.120 euros durante en una casa de subastas en Milán. Como indica el certificado de autenticidad firmado por el artista, debe colocarse en un espacio libre (dimensiones aproximadamente 200 x 200 cm). La subasta comenzó en una horquilla de 12.000 a 16.000 euros, pero terminó duplicando su valor. Como prueba de que la obra existe el único elemento tangible, es el certificado de garantía.
“Esta nueva escultura es para mí la más enigmática y, lo admito, inquietante”, explicaba el artista italiano. Y no fue la primera vez, Salvatore Garau subastó meses atrás una escultura invisible por la que alguien pagó 15.000 euros (18.300 dólares). Su precio inicial era de 6.000 a 9.000 euros, pero, tras varias pujas, se adjudicó por esta elevada cantidad.
La obra, bautizada como ‘Io sono’ (Yo soy), era una escultura inmaterial, es decir, que no existe, o que, si lo hace, es en la mente de su creador. Estas características han provocado que muchos escépticos criticaran esta curiosa creación, pero Garau se defiende argumentando que no ha vendido una nada, sino un vacío: “El vacío no es más que un espacio lleno de energía, y aunque lo vaciemos y no quede nada, según el principio de incertidumbre de Heisenberg, ese nada tiene un peso. Por tanto, tiene energía que se condensa y se transforma en partículas, es decir, en nosotros”.
“Cuando decido ‘exhibir’ una escultura inmaterial en un espacio dado, ese espacio concentrará cierta cantidad y densidad de pensamientos en un punto preciso, creando una escultura que desde mi título solo tomará las formas más variadas. Después de todo, ¿no le damos forma a un Dios que nunca hemos visto?”, añade.
Por ello, el artista señalaba que su obra no pude colocarse en cualquier sitio, sino que debía estar situada en un espacio libre de obstrucciones, de unos 150x150 cm. La iluminación especial y el control del clima en ese espacio son opcionales, ya que no se puede ver la pieza de ninguna manera. Estas instrucciones irán detalladas en el certificado de garantía, firmado y sellado por el artista, que está en poder del comprador.
Su primera escultura invisible fue ‘Buda en contemplación’, que fue colocada en la Piazza della Scala, en Milán, exactamente a 25 metros de la entrada a la Gallerie d’Italia.
La polémica con el artista italiano también se extendió en 2021 con acusaciones de plagio por parte de Boyer Tresaco, un autor español que ya habría hecho y comercializado una obra invisible antes. Su abogado aseguró que su cliente venía “exponiendo esculturas invisibles desde hace al menos veinte años”.
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