Adopta un perro y 8 años después una radiografía revela su pasado: “Me dejó sin palabras”
Un ex agente de policía estadounidense dio cobijo al animal, y cuando este enfermó descubrió que compartían el mismo trauma.

Los animales pueden salvar vidas. No solo por sus capacidades físicas, sino también por su apoyo moral y psicológico. Mucha gente siente conexiones tan profundas con sus mascotas que sienten un amor incondicional hacia ellas. Y a veces, como con las personas, parece que ese afecto está predestinado. Ese es el caso de Beauford, un ex agente de policía estadounidense que encontró a su mejor amigo en un refugio sin saber que ambos arrastraban traumas parecidos.
En 2017, el neoyorquino acudió a la protectora de animales Humane Society de New Rochelle, en la ciudad “que nunca duerme”. Allí conoció a Beans, un perro con una historia incompleta y misteriosa. Solo se sabía que el animal había sido rescatado de una fábrica ilegal de cachorros en Ohio, tras haber pasado por una granja en el sur de Estados Unidos. A pesar del desconocimiento sobre su pasado, Beauford sintió una conexión inmediata: “Desde el primer momento en que nuestras miradas se cruzaron, supe que tenía que llevármelo a casa”, comentó el ex agente en un hilo de Reddit.
Una conexión reforzada por la misma herida
Aquel canino, que tanto cariño le brindó durante los ocho años siguientes, guardaba una herida invisible, al igual que él. Desde entonces, Beans ha sido un apoyo incondicional para Beauford, ayudándolo a lidiar con el estrés postraumático y la depresión clínica que le quedaron tras un violento tiroteo en el que casi pierde la vida durante su tiempo como policía. “Siempre hemos conectado muy bien. Sentía que el universo lo puso en mi camino para darme un poco de paz”, explicó.
La historia dio un giro inesperado a principios de este año, cuando Beans enfermó y tuvo que ser sometido a una radiografía. En ella, se descubrió la verdad de esa conexión tan intensa: en la espalda del perro aparecieron varios fragmentos de bala. Y es había sido disparado con una escopeta cuando solo era un cachorro, y uno de los proyectiles estaba cerca de la vértebra. “Si la hubiera alcanzado directamente, podría haber sido devastador”, advirtió Beauford. Este descubrimiento al principio destrozó al exagente, pero pronto sintió “una extraña mezcla de orgullo y consuelo”.

“Saber ahora que mi mejor amigo, que me quiere incondicionalmente, sufrió un trauma tan parecido al mío es muy poderoso. Me da muchísima energía y me hace sentir más cerca de él que nunca”, compartió emocionado. Hoy, Beans tiene nueve años y comparte junto a su amo una relación mucho más unida y sanadora mutuamente desde entonces. Curado de su enfermedad exitosamente, vive feliz, y Beauford sabe ahora por qué estaban “destinados” a encontrarse.
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