Adiós a este mítico de los supermercados: una empresa de alimentos enlatados se declara en quiebra tras 138 años
Del Monte Foods, histórica compañía de envasados, enfrenta una situación de deudas, sobreproducción, inflación y consumidores cada vez más alejados de los alimentos enlatados.

Del Monte Foods, una de las marcas más emblemáticas de alimentos enlatados en Estados Unidos, ha solicitado protección por bancarrota tras 138 años de historia. La empresa, conocida por productos como las verduras enlatadas Del Monte, los caldos College Inn o las salsas Contadina, se acoge voluntariamente al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras norteamericana mientras intenta vender todos sus activos y garantizar su continuidad operativa durante el proceso.
Según ha informado la compañía en un comunicado, Del Monte obtuvo 912,5 millones de dólares (unos 830 millones de euros) en financiamiento para mantener las operaciones en la temporada alta de enlatado. Sin embargo, arrastraba una pesada carga financiera.
Según The New York Times, sus pasivos oscilan entre 1.000 y 10.000 millones de dólares (entre 910 millones y 9.100 millones de euros), y parte de esa deuda proviene de su adquisición en 2014 por Del Monte Pacific Limited, operación que implicó préstamos a gran escala. A eso se suma el aumento sostenido de los tipos de interés, que ha duplicado su gasto anual en intereses desde 2020.

Pero las causas de su quiebra van más allá de la deuda. La pandemia provocó un pico temporal de consumo en el hogar, lo que llevó a la empresa a ampliar su producción. Sin embargo, tras el retorno a hábitos más flexibles, la demanda se desplomó, dejando a Del Monte con un exceso de inventario que ha tenido que amortizar o vender a pérdidas, según consta en su declaración judicial. Como explica Sarah Foss, directora global de reestructuración en Debtwire, la compañía también ha tenido que invertir más en promociones para sacar estos productos de las estanterías.
Desde el auge de las marcas blancas hasta la guerra arancelaria
Paulatinamente, los consumidores han girado hacia las marcas blancas, que ofrecen precios más bajos, y se alejan cada vez más de los alimentos procesados con conservantes. “Entre el 40 y el 45 % del mercado está cubierto por marcas privadas”, apuntó Arpi Gupta, analista de S&P Global, para el New York Times.
El entorno macroeconómico tampoco ha ayudado. Los aranceles impuestos por Trump sobre el acero y el aluminio, que afectan directamente al coste de las latas –un 80 % del acero es importado en Estados Unidos–, han encarecido el producto final. Todo ello en un contexto en el que la marca, pese a seguir cultivando en su mayoría en granjas familiares de EE. UU. y México, no ha logrado reposicionar su imagen frente a las nuevas demandas de salud y sostenibilidad.
Greg Longstreet, CEO de Del Monte, insiste en el tabloide neoyorquino en que el objetivo de la venta supervisada por un tribunal es permitir una “reestructuración eficiente” que dé paso a una empresa más fuerte y viable. De momento, cae un gigante, uno que por unos motivos u otros no ha sabido adaptarse a las preferencias del consumidor moderno.
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