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¿Por qué febrero solo tiene 28 días y qué significa ‘año bisiesto’?

El mes de febrero es el más corto del año porque en la era de Julio César los romanos ajustaron de esta manera el calendario trópico con el cronológico.

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¿Por qué febrero solo tiene 28 días y qué significa ‘año bisiesto’?
Pixabay

Febrero es el mes más corto del calendario y el más atípico, el menos en cuanto a número de días. En primer lugar, porque tiene menos que el resto y, en segundo lugar, porque, en función del año, puede ser que dure un total de 28 días o 29. Para entender por qué sucede esto debemos remontarnos a la Antigua Roma y comprobar cómo ha evolucionado el sistema de registrar el paso del año.

Los primeros romanos vivían en una sociedad agrícola. Por lo tanto, seguían un calendario, conocido como el calendario de Romulus, de diez meses. Y dejaban fuera los dos meses más duros para trabajar —enero y febrero—. Lo utilizaban como una manera de establecer en qué momento se podía trabajar y el tiempo restante, como era un período en el que no se podía cosechar, no lo registraban.

En total, el año duraba 304 días. Sin embargo, este sistema no se adaptaba al ciclo lunar. Por ello, el rey Numa Pompilio decidió, hacia el 713 a.C., añadir dos nuevos meses al principio y al final del calendario: Ianuarius —que terminará por derivar en enero— y Februarius —que se convertiría, posteriormente, en febrero—, el mes de la purificación. A partir de ese momento, la añada pasó a tener 354 días.

Febrero dura 28 días gracias a Julio César

Los dos nuevos meses tenían 28 días, frente a los 29 y 31 que tenían los demás. Sin embargo, los romanos consideraban que los números pares traían mala suerte. Por lo que, aunque tanto enero como febrero formaran parte de una estación estéril, no encontraban satisfactorio empezar el año con un mes que tuviera de durabilidad un número par. Así que se decidió que enero tuviera 29 días.

Esta nueva iniciativa tampoco resultó óptima: el número de días que duraba el año hacía que, con el paso de los años, el comienzo y el final de las estaciones se desestabilizara. La solución la obtuvo Julio César. Él decidió que la terminación par o impar resultaba indiferente a ojos de la suerte, por lo que los meses podían durar 30 o 31 días. Enero pasó a ser el primer mes del año y concluyó que el mes de la purificación únicamente necesitaba 28 días de durabilidad. De esta manera, el calendario pasó a tener un total de 365 días.

Año bisiesto

Sin embargo, la Tierra no tarda 365 días exactos en dar la vuelta al Sol, lo hace en 365,25 días. Por lo tanto, si no se establece una manera de ajustar la duración del año solar con el cronológico, a la larga, las estaciones podrían terminar desestabilizándose de nuevo. Así que, para ajustar esos 0,25 días, cada cuatro años se añade una jornada más al mes de febrero.

De esta manera, existen los años bisiestos. Y son aquellos cuyas dos últimas cifras son divisibles por cuatro, como el pasado 2016, el 2020 o lo será próximamente el 2024.

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