Conflictos Internacionales

Las razones por las que Putin no intervino en la guerra entre Israel e Irán tras el ataque de EEUU

La situación económica del Kremlin no es la mejor después de más de tres años de guerra. Además, su relación es más comercial que ideológica.

Russia's President Vladimir Putin takes part in a ceremony opening youth centres in Russian regions via a video link at his residence outside Moscow, Russia, June 28, 2025. Sputnik/Gavriil Grigorov/Pool via REUTERS ATTENTION EDITORS - THIS IMAGE WAS PROVIDED BY A THIRD PARTY.
Gavriil Grigorov
Raúl Izquierdo
Nació en Villanueva de Alcardete en 1990. De La Mancha al Diario AS. Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual, siempre tuvo claro que lo suyo eran las letras. Antes de formar parte de AS pasó por Marca Plus, Grupo V y Marca. En 2019 llega a AS y, tras pasar por la web, la pandemia le coloca en Actualidad. La fotografía, su otra afición.
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Después de varias semanas a vueltas con el programa nuclear iraní, Israel decidió atacar Teherán en un ataque perpetrado el pasado 13 de junio. Un ataque que tuvo respuesta y que, más tarde, se vio incrementado con el bombardeo de Estados Unidos a los principales objetivos nucleares en Irán, entre ellos la planta de Fordow.

Una situación ante la que muchos pensaban que Vladimir Putin, presidente ruso, podría llegar a intervenir. Porque Teherán es uno de sus principales aliados en su guerra que mantiene con Ucrania, a través del suministro de drones Shahed. Pero, pese a ello, Putin se limitó a condenar el ataque como “totalmente injustificado”. Una respuesta comedida de un presidente que no tuvo reparos en atacar Ucrania a través de una llamada “operación militar especial”.

Pero, ¿cuáles son las razones de Putin para no intervenir? El medio SindoNews las desgrana. La primera de ellas es clara: evitar la Tercera Guerra Mundial. Porque responder a los ataques de Israel y Estados Unidos contra Irán suponía un enfrentamiento indirecto no solo con dos de las mayores potencias militares, sino con dos con gran potencial nuclear. Y eso, para el Kremlin, suponía asumir un gran riesgo.

Una relación puramente comercial

Su relación es únicamente transaccional y no ideológica. Putin no quiere a un Irán con capacidad de desarrollar armamento nuclear, puesto que reduciría su influencia sobre Teherán. Esto explica el rechazo del Kremlin respecto al envío, por ejemplo, de sistemas de defensa S-400 o de aviones de combate más modernos. Rusia, por tanto, apoya a Irán en función de si beneficia o no a sus intereses.

Por otro lado, más allá de las relaciones comerciales que mantienen, Rusia no tiene ningún interés en Irán. Algo que supone una diferencia respecto a Siria, donde Moscú envió sus tropas en 2015. Por entonces, Siria les ofrecía una gran oportunidad para contar con una base naval en aguas del Mediterráneo, contando así con un importante activo en Oriente.

Economía maltrecha

Otro aspecto, y no menos importante, es el económico. La guerra en Ucrania, con las sanciones internacionales, han mermado especialmente las arcas del Kremlin. La economía rusa ha sufrido en los últimos años, por lo que ahora depende de forjar nuevas alianzas con países que ven a Irán con recelo. Entre ellos, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, socios importantes con su ayuda para mantener los precios del petróleo. A su vez, compran armas rusas y no están afectadas por las sanciones occidentales. Y un acercamiento a Irán podría poner en peligro estos vínculos.

Una situación económica que viene motivada, en parte, por la guerra en Ucrania. Su implicación en ella ha afectado a su capacidad para intervenir en otros potenciales conflictos. Después de más de tres años de guerra, gran parte de sus reservas están ya desplegadas en Ucrania y sus recursos militares también se han visto afectados.

En defensa de sus intereses

Otro motivo que llevó a Rusia a no intervenir es que aspira a ser un país mediador. Rusia, incapaz de alcanzar el poder militar de Estados Unidos con un conflicto en desarrollo, busca establecer su papel de mediador diplomático. Un enfoque que, además de situar a Moscú en el centro de la crisis, le reportaría beneficios a través de concesiones de ambas partes a cambio de su cooperación.

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Por último, la alianza entre ambas potencias es confiable. La respuesta a la crisis en Irán es el fiel reflejo de las relaciones entre grandes potencias: la ideología es menos importante que la geografía, la retórica es menos importante que los recursos. Putin, como defensor de los intereses de Rusia, no quiere arriesgarse a una guerra nuclear.

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