España relanza su estrategia militar de defensa: así será el ‘superavión’ de combate europeo con fecha límite 2040
El FCAS (Future Combat Air System) liderado por Francia, Alemania y España, que busca desarrollar un sistema aéreo de combate de nueva generación para el 2040.


España y Alemania han reafirmado su compromiso con el desarrollo del Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS), un ambicioso proyecto europeo que busca dotar a sus fuerzas aéreas de un avión de sexta generación y un ecosistema de defensa interconectado (NGF, drones, nube de combate) hacia 2040. En frente estaría el GCAP (el programa alternativo de Reino Unido, Italia y Japón). Este megaproyecto, valorado en decenas de miles de millones de euros, representa un pilar clave para la autonomía estratégica europea en defensa.
El avance del FCAS se ve obstaculizado por las pretensiones de Francia, que busca liderar el desarrollo del NGF (New Generation Fighter) a través de Dassault Aviation, reclamando hasta un 80% de participación en esa parte del programa. Esta postura ha generado fricciones con Airbus (Alemania) e Indra (España), y ha provocado bloqueos en fases anteriores del proyecto.

Un recorrido por las aeronaves del Ejército español
Un informe del Ministerio de Defensa alemán responsabiliza a la industria francesa del estancamiento actual, alertando que si se cede a las exigencias de Dassault, la industria alemana podría quedar marginada, comprometiendo capacidades clave del futuro sistema aéreo.
Durante una reunión en Berlín en 2023, los ministros de Defensa Margarita Robles y Boris Pistorius reafirmaron su voluntad de dinamizar el proyecto, destacando que el FCAS es esencial para la defensa europea y debe avanzar con cooperación real entre socios. España ya ha comprometido 2.500 millones de euros y participa en igualdad de condiciones (33%) en los demostradores tecnológicos junto a Francia y Alemania.

Indra lidera el pilar de sensores y la nube de combate, mientras que Airbus España y ITP Aero encabezan el desarrollo del NGF y su motor, respectivamente. El consorcio Satnus (GMV, Sener, Tecnobit) participa en los sistemas no tripulados y en la interoperabilidad hombre-máquina. Además, en junio Indra celebró el Indra NGWS Technology Marketplace, en el que 14 empresas, universidades y centros de investigación de todo el país, presentaron 17 proyectos innovadores en los que están avanzando o han completado dentro del programa NGWS/FCAS, en el que se desarrolla un vanguardista Sistema de Combate Aéreo del Futuro.
Se trata de proyectos relacionados con la nube de combate impulsados por el Barcelona Supercomputing Center–Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) y Gradiant; las empresas Fyla, AG Photonics y el Instituto de Astrofísica de Canarias; IDBotic; y Quside. Y proyectos centrados en el desarrollo de sensores avanzados en los que han trabajado Sensia y la Universidad Politécnica de Madrid; Anteral y la Universidad Pública de Navarra (upna); la Universidad Carlos III de Madrid y el Grupo de Optoelectrónica y Tecnología Láser (GOTL) de esta misma universidad; Beamagine; y Gradiant. Dentro de estos proyectos destaca el uso del edge computing, la computación en la nube, la inteligencia artificial, la fotónica, las tecnologías cuánticas, técnicas avanzadas de ciberseguridad, internet de las cosas y comunicaciones avanzadas, entre otras.
Se espera un vuelo de prueba del nuevo caza hacia 2029, y su entrada en servicio alrededor del año 2040. "Dará lugar a una superioridad aérea indiscutible en los desafiantes escenarios operativos del futuro al potenciar la maduración de las tecnologías de los sensores, la conciencia situacional, la potencia de fuego y la capacidad de supervivencia con una arquitectura conectada de sistemas y servicios", asegura Indra.
Implicaciones geopolíticas
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La pugna por el liderazgo del FCAS refleja tensiones estructurales en la cooperación industrial europea en defensa. Francia, con su historial de autonomía estratégica, plantea incluso alternativas unilaterales como la modernización del Rafale y el dron Neuron, que podrían ofrecer capacidades similares al FCAS una década antes. Este escenario pone en riesgo la cohesión del proyecto y plantea interrogantes sobre el futuro de la defensa europea integrada. La presión francesa podría derivar en una fragmentación del esfuerzo común, debilitando la competitividad frente a potencias como Estados Unidos o China.
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