Al míster le va la marcha

Real Madrid - Málaga en directo

Recuerdo perfectamente el día que supe que Zinedine Zidane iba a ser un gran entrenador. Fue el pasado mes de abril, en la víspera de la vuelta de cuartos de final de la Champions frente al Wolfsburgo. La ida en Alemania había sido terrorífica y, como todo el mundo sabe, el Real Madrid tenía que remontar un 2-0 en contra. Zizou se jugaba su credibilidad como técnico y, a pesar de ello, se había mostrado feliz y sonriente en la conferencia de prensa. Incluso se le notaba el subidón de adrenalina. Lejos de echarse a temblar, el míster francés disfrutaba en la dificultad, disfrutaba ante el peligro y ante la urgente necesidad de buscar una solución a un mal resultado. Exactamente la actitud adecuada para aguantar la inmensa responsabilidad de dirigir al club más importante de la historia del fútbol.

Ayer, después del palo de las dos derrotas consecutivas, volví a ver al mejor Zizou. Al profesional del fútbol que se crece ante el castigo. Es decir, los artículos demoníacos, las ruidosas salidas de la cueva de los que llevaban cuarenta partidos escondidos, las risas de los culés… Entre tantos ataques oportunistas. Para el entrenador del Madrid, cualquier evento positivo o negativo se convierte en una oportunidad. Sea conocerse más profundamente, entender mejor las cosas o simplemente crecer en su nueva profesión. Por ello dejó escapar el pasado miércoles, tras caer ante el Celta, y lo repitió ayer, que, quizás, los jugadores y el cuerpo técnico necesitaban este mal momento, este pequeño paso atrás, para volver a coger impulso. Una visión particular de la vida que tranquiliza y abre nuevos horizontes.