André Gomes y el espejo de Otamendi

El traspaso de André Gomes era algo que en el Valencia se veía venir desde antes de la Eurocopa. No importaba el dónde sino el cómo. De primeras no hubo acuerdo con el Real Madrid para la entrada en la operación de Nacho, Asensio y/o Kovacic y, posteriormente, la no salida de James a la Premier llevó al Real Madrid a replantearse la operación. En ese impás de la tarde del jueves, el Barcelona no se lo pensó y presentó la que era la mejor oferta que tenía García Pitarch. El Valencia traspasa con envoltorio de crack (35 millones fijos más otros 35 posibles en variables, 20 de ellos “sencillas” de cumplirse) a un futbolista con futuro muy prometedor pero que, a día de hoy, él solo no iba a solventar todas las lagunas que tiene el plantel de Ayestarán.

En la estadía en Horts uno puede ver los entrenamientos que se cierran en Paterna y se percata de lo mucho que le faltan a este Valencia para competir por Europa. La venta de André Gomes (como también la de Mustafi) era necesaria, pero no para sobrevivir como cuando se dijo adiós a los Villa o Silva sino para autogestionarse y repoblarse. La clave ahora es no cometer el error cuando Otamendi, donde la pifia no fue venderle por 45 millones sino gastarse 30 en Abdennour y Santos.