Lorenzo, un rebufo entre pitos

Recordaba Lorenzo la semana pasada aquello de "ladran, luego cabalgamos". Se refería a Mugello y a la que se avecinaba, el gran premio en tierra de Rossi. Finalmente hubo pitos, bastantes cuando los españoles se dejaron ver por el podio, aunque esos silbidos, tal y como llegan se los lleva el viento. Hubo hasta lanzamiento de tomates, como un pimpampum sin peluche de premio. También hubo guardaespaldas, pero sus bíceps y tríceps pasaron al olvido en cuanto se empezó a hablar de neumáticos, vueltas rápidas y rebufos. Y en Mugello, el rebufo es rey.

Es una pena que la gente se dedique a silbar en lugar de aplaudir. Se supone que el motociclismo está hecho de otra pasta. Rossi no pudo acabar y Mugello enmudeció, impone ver a esa multitud silenciosa de feligreses aguardando a que su ídolo saliera a saludar. Aquello de ‘La vida de Brian’ y la muchedumbre vitoreando al mesías a las puertas de casa, ¿recuerdan? Se habría agradecido que Valentino hiciera acto de presencia, pero el speaker le excusó diciendo que El Doctor estaba "destrozado". No es para menos. Era la fiesta de casa, en la que unos jugaron el 'digo esto como si no quisiera decirlo' y otros hablaron claro, clarito: "Muchas carreras arriesgando así no podré acabar". Ese copyright es de Márquez. Clarito. El otro, el de “ladran, luego cabalgamos”, se lo atribuyen a Cervantes, aunque parece que nunca salió de su pluma. Pero Jorge, por si acaso, sigue cabalgando.