De Cristiano Ronaldo... a pedir la hora

Ganó el Madrid en Lviv, pero no despejó las dudas. Curioso trance este que pasa el Madrid, en el que parece que no cabe la paz. Tenía el partido ganado de calle, 0-4, con dos de Cristiano, que además intervino en los dos que no marcó, cuando llegó un derrumbe inesperado. Sin consecuencias graves en la clasificación, al fin y al cabo el Madrid ganó el partido aun a trancas y barrancas, pero sí en lo moral. Lo que iba para una goleada espléndida, comparable en su valor propagandístico a la del Barça ante el Roma, se conviritió en un trance amargo, en un pedir la hora, porque amenazaba el empate.

Empecemos por lo bueno, que es Cristiano Ronaldo. Marcó dos goles, con lo que lleva quince en este curso, en diecisiete partidos. Como le sigo considerando el mayor valor del Madrid, me parece oportuno realzar esto. Y más ahora que el propio Madrid no le respalda, o así me lo parece. Marcó dos y estuvo en los otros dos. La otra buena noticia fue que Bale resultó eficaz en desbordes por la banda. Ojalá lo vea él, como lo ve tanta gente. Ojalá se le vaya de la cabeza su pretensión de jugar donde juegan Isco o James mucho mejor que él. O si no se le va de la cabeza, que Benítez se imponga.

Las malas noticias fueron dos. Una, que hubo otra lesión muscular, esta vez de Varane. Esto ya me recuerda a la maldición de los violadores de la tumba de Tutankamon, uno de los enigmas de mi infancia. La otra, que a partir de cierto momento el Madrid se derritió como un helado en agosto y el Shakhtar le hizo tres goles en muy poco tiempo. Eso deslució el resultado, que no es poco, pero sobre todo cuestionó más todavía la credibilidad del proyecto, el equilibrio, la pizarra y todo eso. Un amigo escéptico me decía al final: “Esto se queda en lo que haga Cristiano. Sin sus goles, el Madrid sería muy poca cosa...”.