Muguruza, tras la maestría

Garbiñe Muguruza quiere el Masters. Lo quieren todas, pero unas más que otras, de acuerdo con las probabilidades que tienen de ganar. Entre esas unas se encuentra Muguruza. Llega a estas Finales de la WTA como segunda mejor jugadora, después de un pletórico final de temporada: ganadora en Pekín y finalista en Wuhan (China). Diez partidos y una sola derrota, que no fue tal, sino una retirada tras lastimarse el tobillo en la final que jugaba ante Venus Williams. Con dos semanas entre el torneo de Pekín y el Masters, Muguruza tenía tiempo para descansar en su casa de Barcelona, pero ha preferido viajar directamente a Singapur, donde se disputará el Masters, para ganar tiempo de recuperación y no perder concentración.

Esto da una idea de lo mentalizada que está en pos de lo que se ha convertido en su gran objetivo de la temporada: el Masters. De las pocas cosas que le falta al deporte español por conquistar, una es este Masters femenino. Nuria Llagostera y María José Martínez lo ganaron en 2009, pero en dobles; en individual el máximo logro alcanzado fue el de Arantxa Sánchez-Vicario, finalista en 1993 ante Steffi Graff. Veintidós años después, el tenis femenino español vuelve a tener la posibilidad de coronar a una Maestra. Muguruza tiene a su favor que en los grandes torneos es donde despliega su mejor juego, y el Masters lo tiene metido en la cabeza. Lleva un mes fuera de casa preparando este momento. Ha llegado la hora.