Merece seguir hasta que quiera

La noticia que Joaquín Maroto nos relata hoy en AS delata el alto sentido de la lealtad que tiene Ángel María Villar, lo que no siempre le conduce al camino correcto ni siquiera al que más le conviene. A Villar siempre le ha gustado ofrecerle contratos largos a sus entrenadores, en esto no se parece a ningún presidente de club de fútbol de España. Del Bosque llegó en 2008 después de aquel maravilloso verano de Austria. Han pasado siete años, dos Eurocopas, que serían tres en Francia, y dos Mundiales, y aún Villar pone sobre su mesa otros dos años más con la posibilidad de entrenar a la Selección en un hipotético tercer Mundial.

Enseguida saldremos de dudas, pero no habrá muchos otros ejemplos en la historia del fútbol. Al presidente de la Federación siempre le ha gustado que la decisión sea del seleccionador. Él ofrece la renovación y que la otra parte decida. Del Bosque se tomará su tiempo y esperará a que finalice la siguiente Eurocopa de Francia el próximo verano. Si contesta afirmativamente a la oferta tendrá la oportunidad de resarcir el mal sabor de boca que le dejó Brasil, y de paso le creará un profundo dolor de muelas a aquellos que no le perdonan su desobediencia al poder lo que les llevó a calificarle de antimadridista. A él, que tal vez sea marqués por designación real, pero es blanco de corazón por designación sentimental. Del Bosque merece seguir hasta que él quiera entre otras cosas porque ganó una Eurocopa y un Mundial, aunque él no lo diga y otros no quieran recordarlo.