Sainz regala ilusión a los aficionados españoles

Sigo confiando en que Fernando Alonso vuelva a luchar algún día por ser campeón del mundo por tercera vez. Sí, con McLaren Honda, llámenme iluso si lo desean, quizá lo merezca. No será este año, desde luego, pero me resisto a pensar que nos encontremos ante un proyecto tan desastroso como para apartar a un piloto de su talento de los pronósticos a medio plazo. Nos toca ahora sufrir viendo su penar gran premio a gran premio, porque merece algo mucho mejor y si lo tuviera no me cabe duda de que estaría al quite, no para plantar batalla aún a los intocables Mercedes pero sí para luchar por los puestos de podio que ellos dejaran libres. Un consuelo menor pero consuelo al fin y al cabo. Por suerte, ha llegado a la Fórmula 1 un fenómeno emergente como Carlos Sainz, que está haciendo mucho más llevadero al aficionado español este auténtico calvario.

La temporada del madrileño está siendo casi impecable. Aunque no debió ser así, la irrupción de Max Verstappen le dejó en el papel de patito feo en Toro Rosso. Una posición complicada, a la dificultad indiscutible de debutar en la F-1 se sumaba la presión añadida de demostrar que es mejor que el último niño prodigio de la categoría. Además, en un entorno tan cruel como el de Red Bull, donde no se admiten fallos, no entienden de circunstancias particulares y son claramente resultadistas. Pues bien, el cisne en el que se ha convertido Sainz está siendo capaz no sólo de controlar a su brillante compañero, que lo es, sino que también está logrando valiosos resultados, tanto en calificación como en carrera. Y nos regala la ilusión que no llega desde otros boxes, del que debería y todos esperábamos. Habrá vida después de Alonso… pero también la hay con él.