El destino les debe este ascenso

El Cádiz es un equipo de Primera y tiene una afición de Primera. Y, desde hace poco, también el estadio está a la altura de un equipo de campanillas. El destino ha castigado cruelmente a una entidad que nunca debió abandonar la clase business del fútbol español. Pero la espera siempre acaba teniendo premio y la ilusión que vi ayer entre los gaditanos me hace pensar que esta angustia tendrá un final feliz. Ya sea ganando directamente esta durísima eliminatoria ante el gran Oviedo de Sergio Egea, o afrontando las siguientes eliminatorias que dan una segunda oportunidad a los caídos en este primer cruce. Históricos como Juan José Sandokán u Oli nos recordaban los grandes tiempos en los que el Cádiz se codeaba con los grandes de nuestro fútbol en el Ramón de Carranza. Y tanto el presidente, Manuel Vizcaíno, como el entrenador Claudio Barragán, se mostraron tan cautos como confiados en ver cumplido el sueño de toda La Tacita de Plata.

Ojo que el Oviedo será un rival espectacular. El sorteo no hizo justicia emparejándolos porque estos dos equipos merecerían por historia, por estadio y por afición subir directamente a la Liga Adelante. El que caiga en esta primera criba tendrá todavía una bala de plata en la recámara. El primer asalto en el Tartiere nos dará una pista de lo que puede suceder en la vuelta en Cádiz, el día 31. Pero déjenme que yo sueñe despierto y me imagine otro Oviedo-Cádiz. Se jugará la próxima temporada y será en la división de plata. El destino se lo debe a estos dos equipazos. Suerte, valientes.