Nadal, ante su gran desafío

Hace diez años, Nadal hizo su primera aparición en la final de un Master 1.000. Sucedió en Miami. La perdió ante Federer. Semanas después ganó la siguiente. En Montecarlo. Fue el primero de sus 27 títulos Master 1.000. Más que nadie. Este reinado le llevó a que sus presencias en las finales fuera continuada. Hasta cuarenta ha jugado. Pese a las numerosas lesiones que han interrumpido su carrera, nunca había faltado a más de seis finales Master 1.000 seguidas. Ahora van siete. Desde Toronto, cuando tenía lesionada la muñeca. Después también se perdió Cincinnati. En Shanghai cayó en primera ronda, a París no fue por la apendicitis, en Indian Wells fue eliminado en cuartos, en Miami en segunda ronda y en Montecarlo en semifinales.

Esta es la realidad de Nadal, a punto de debutar en el Master 1.000 de Madrid. Ahora que se encuentra en horas bajas hay que apoyarle como nunca. Tiene mucho a favor para volver a verle en una final, pero precisamente por eso, también una presión añadida extraordinaria. Desde que fue eliminado por Fognini en Barcelona, ha disfrutado de doce días para descansar y entrenarse, se ha encontrado un cuadro amable, y hasta las semifinales no se enfrentaría a Federer. Además, no está Djokovic, que lo gana todo en 2015: Abierto de Australia y los tres Master 1.000. Por si fuera poco, Nadal se ha visto desbordado por las muestras de cariño en cuantos actos ha acudido en Madrid. Pues todo eso es presión. Nadal esta vez se va a enfrentar a un desafío colosal.