El Betis, los vascos, el fútbol, Europa

Hace hoy ochenta años el Betis fue campeón de Liga, con seis jugadores vascos en sus filas. (España está cosida por hilos invisibles; un catalán y un vasco pusieron en marcha la Feria de Sevilla). Aquel Betis fue obra de un torero, Ignacio Sánchez Mejías, que había sido presidente del club y aún manejaba desde fuera. Sánchez Mejías murió de una cornada del toro ‘Granadino’ y aquella tragedia provocó de la pluma de su amigo Federico García Lorca el que quizá haya sido mejor poema elegíaco en castellano desde las coplas de Jorge Manrique. “Eran las cinco en punto de la tarde...”.

Torero, presidente de club de fútbol, autor teatral, poeta, automovilista... Un hombre del Renacimiento a la española, un renacimiento nuestro que nunca termina de cuajar. Llenó su Betis de vascos y así ganó la Liga, cantando el alirón a orillas del Cantábrico, junto a la playa de El Sardinero, en el campo del viejo y querido Racing Club. Dos amigos míos, Juanjo Vispe y Victorio Duque, hicieron un documental simplemente perfecto sobre aquella temporada del Betis, que puede verse en Google. Ahí dan testimonio hijos o hijas, nietos o nietas, de aquellos muchachos vascos que hicieron campeón al Betis.

Ahora que hemos visto esa escena de incomprensión en la sala de prensa del Almería entre colegas locales y el euskaldún entrenador del Eibar, es bueno resucitar el recuerdo del Betis vasconizado. El fútbol está hecho para establecer lazos. Viendo ayer a Gento y Amancio dejando la orejona en Berlín recordé que cuando se creó la Copa de Europa sólo hacía diez años del fin de una guerra terrible que arrasó muchas ciudades europeas, entre ellas Berlín. Vencedores y vencidos pusieron en pie una Copa de Europa mucho antes de que hubiera Unión Europea. El fútbol nos cose con hilos invisibles. Porque tiene una sola lengua.