Cristiano está fuera de concurso. Sus registros y su regularidad en el rendimiento son de otro planeta. Con el tanto que transformó de penalti contra el Villarreal el pasado domingo, ya son cinco las temporadas consecutivas en las que suma más de treinta goles. Una auténtica locura. Y lo cierto es que nos tiene muy mal acostumbrados. Se encendían las alarmas hace bien poquito porque llevaba dos o tres semanas sin marcar y porque se le veía más apagado de lo habitual. Era un espejismo, porque ya está de vuelta. Y es que al jugador portugués no se le conocen apenas lesiones, bajadas de rendimiento o similares desde que aterrizó en el Bernabéu. Siempre ha estado, está y estará. Su extraordinaria exigencia consigo mismo y su inigualable capacidad competitiva le hacen ser cada vez mejor futbolista y un cada vez más eficaz goleador. Creo que a tiempo presente no se valora con la debida justicia la salvajada de goles y todo lo que le está aportando al Real Madrid. Cuando pasen los años y veamos los números de los siguientes goleadores, comprobaremos que están a años luz de Cristiano.

Honestamente, pienso que no se le puede ni se le debe exigir más, simplemente aplaudir y agradecer el hecho de poder disfrutar de este extraterrestre en nuestro equipo. Acaba de cumplir los treinta años y, cuidándose como se cuida, no tengo dudas de que nos quedan aún unos años de Cristiano a máximo rendimiento. Quizá con el paso de las próximas temporadas, el portugués irá cada vez recorriendo menos metros y se adapte a vivir más cerca del área rival, donde seguirá haciendo lo que mejor sabe hacer: goles y más goles.