El adiós de Arsene y la base de Mou

El Arsenal es un equipo, un club, que se ha acostumbrado a no ganar. Algo así dijo José Mourinho hace poco y tiene razón. Ciertamente su situación financiera es un milagro, pero se han quedado atrás sobre el césped. Faltos de un guía moderno que combine lo emocional con lo táctico, no pelea más que para estar entre los cuatro primeros. Lo peor es que se está convirtiendo en un cementerio de jugadores y a pocos les extrañaría que este verano, como de costumbre, sus mejores futbolistas pretendan salir.

En las últimas tres temporadas han ganado solamente tres veces contra los cuatro primeros, aunque un reciente 2-0 ante el City pueda ofrecer otra impresión. Giroud no marca en los encuentros importantes, el Mónaco, muy bien organizado por Leonardo Jardim, sí fue capaz de hacerlo a la contra, Cazorla tuvo que ser mediocentro, jugaron cuatro delanteros arriba... Son ya 17 años seguidos en Europa, y parece que no hayan aprendido nada. Wenger decidirá cuándo irse. Y ese es, por encima de todo, el gran problema. ¿Qué jefe es suficientemente valiente para decirse a sí mismo no sirvo o no debería seguir? No todos son Quique Sánchez Flores...