De Ipurúa al Camp Nou: todo el fútbol

Fútbol en el barrizal de Ipurúa, fútbol en la pradera del Camp Nou. En poco más de veinticuatro horas hemos visto dos partidos buenos, y ¡tan distintos! Lo de Ipurúa fue un regreso a muchos años atrás, cuando estas cosas eran frecuentes. Ahora, el superior drenaje y los cuidados de los campos hacen casi imposibles partidos así. Pero en Ipurúa llovió mucho (ha comparecido el General Invierno en esta guerra, en Pamplona la nieve impidió el partido) y hubo que jugar como se jugó. Pero se jugó. No es lo ideal, pero el fútbol admite también eso. Fue un partido real, serio, íntegro, bien disputado.

Claro, que lo del Camp Nou fue otra cosa. Ése es el ideal. Pero no me molestó ver otra vez ese juego de otro tiempo que vimos en Ipurúa, de balón largo, sin conducción ni regate, salvando charcos y barrizales. Un campo así requiere otro tipo de manejo y los dos equipos lo aplicaron. Curiosamente, mejor el forastero. Se diría que al Éibar le hubiera debido ir mejor, pero el Éibar de estos días es un equipo que cuida el juego. Y cuida el césped. Contra el Madrid fue una alfombra. No tuvieron la tentación de regarlo. No es lo que les va. El Atlético, con su mística del esfuerzo y el juego práctico, se sostuvo mejor.

Un buen partido, sí, pero, decía, lo del Camp Nou es mejor. Ese balón que rueda sin frenarse ni hacer extraños, ese concurso de habilidades, esos largos contraataques bien llevados por el Villarreal, esa conducción de Messi. El Villarreal, que es uno de los motivos para que nos sintamos orgullosos de esta Liga (otro es el Éibar, por cierto) lo puso difícil. El Barça tuvo que sumar esfuerzo e inspiración. Al final se quedó con los puntos y de paso vistió de largo a un jugador, Rafinha, al que desde anoche veremos de otro modo. En fin, Ipurúa y Camp Nou, barrizal y pradera. Fútbol de ayer y de hoy. Pero fútbol.