Ser la mejor cuesta mucho trabajo

Mejor jugadora europea: Alba Torrens; mejor jugadora europea joven: Ángela Salvadores. El baloncesto femenino español está de moda. Su trabajo le cuesta a las jugadoras. Se lo confiesa Ángela Salvadores a Raquel González: “Tengo que entrenar más que nadie para ser la mejor”. Alba Torrens, más de lo mismo. Se fue a Ekaterimburgo para seguir siendo la mejor. Ekaterimburgo está en el quinto pino, a 1.800 kilómetros de Moscú tirando hacia Siberia. Ayer estaban a 11 bajo cero. Este invierno han llegado a los -33. Tienen ocho horas de luz, que son cuatro horas menos que en España. Nada que ver con Mallorca, de donde es la jugadora. Pero no hay otra manera de crecer, y el equipo ruso está a la cabeza de su grupo en la Euroliga femenina.

Allí convive con Silvia Domínguez, otra internacional de la Selección. Como Sancho Lyttle y Nuria Martínez, que están en el Galatasaray. En Turquía también juega Laura Nicholls. Laia Palau lo hace en la República Checa, Anna Cruz en Rusia y Leticia Romero en Estados Unidos, donde se irá este verano Ángela Salvadores. Ocho de nuestras subcampeonas del mundo se han tenido que ir fuera. Son demasiado buenas para permanecer aquí, donde no se paga tanto dinero. Les sucede como a nuestros jugadores de balonmano. Once jugadores de la Selección que está disputando el Mundial se reparten por Francia, Alemania, Hungría, Polonia y Macedonia. Todos estarían mejor en casa, pero si uno se hace profesional es con todas las consecuencias.