Miguel Briseño

El 'Titán' mexicano

La vida le ha dado una recompensa muy grande a Gustavo Ayón en el mejor momento de su carrera. El menor de una familia de cuatro hijos, Gustavo creció en el diminuto pueblo de Zapotán, en el Estado de Nayarit, al oeste de México. Rodeado de sembradíos, vacas, pollos y tierra, todos los elementos de la vida rural mexicana, Ayón practicó el baloncesto durante su niñez en los torneos entre los pueblos colindantes. Nunca vio un partido de NBA en esa etapa, y por lo tanto, no figuraba como sueño, tal como sucede con tantos niños en México.

Al llegar a la adolescencia, Gustavo emigró a Puebla para inscribirse en la preparatoria de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, donde integró el equipo de voleibol antes de meterse de lleno al baloncesto. Al desarrollar la altura muy superior al promedio de la media mexicana, Ayón se enfocó al deporte en el que a la postre triunfaría a lo grande. Jugó un semestre en la Universidad de San José, California, antes de ser reclutado por los Halcones de Xalapa, equipo con el que debutó como profesional a los 21 años, y con el que conquistó el título nacional del baloncesto mexicano.

Tras 3 temporadas, Ayón emprendió la aventura en el Fuenlabrada de la Liga Endesa, equipo que lo mandó a curtirse a la Liga Venezolana y sus filiales en España, hasta que volvió para la temporada 2010-11, en la que se ganó el premio al Jugador Revelación de la Liga. Aprovechó el receso del 2011 para exponerse en la Liga de Verano de la NBA y ahí al fin atrajo la atención de los Hornets de Nueva Orleans, equipo que lo fichó con el condicionante de que pagara su propio traspaso, y así Gustavo sacrificó su ingreso económico por la mitad de los 3 años de su contrato con la NBA. Nunca logró estabilizarse en Nueva Orleans, ni en Orlando, ni mucho menos en Milwaukee, donde sufría por el clima y la poca población de mexicanos que le podrían hacer la vida más ligera. Las lesiones lo molestaron y los diferentes programas físicos que le exigieron subir y luego bajar de masa muscular.

En el 2013 hizo el torneo de su vida al comandar a México de regreso a un Mundial y al hacerse con el  trofeo al Jugador Más Valioso. Eso le valdría su llegada a Atlanta, donde cumplió un papel discreto a pesar de lesionarse en un hombro en la pretemporada. Una angustia más vino cuando anunció que se sometería a una operación que ponía en riesgo su participación en el Mundial de España. Sin embargo, su voluntad pudo con los problemas burocráticos que entorpecen siempre el apoyo a los jugadores de la Selección, e igualmente con su recuperación, la cual cumplió al cien para lucir en España 2014. México ganó de nuevo en un Mundial tras no hacerlo durante 40 años, y aunque el Tri se fue eliminado por Estados Unidos, el papel le fue suficiente a Ayón para firmar el contrato de su vida, el mismo que le dará minutos y exposición mediática para lograr otro objetivo que hace poco lucía inalcanzable: comandar a México de regreso a unos Juegos Olímpicos.