El Elche empieza por mal camino

Lo que comenzó como un proyecto ilusionante va camino de convertirse en un camino de espinas. El cuadro que representa al nuevo Elche tiene mala pinta. Con sólo 20 profesionales en nómina, la plantilla ha comenzado la competición descompensada en tres posiciones y ofrece menos optimismo que hace un año, tras conseguir el ascenso a Primera División. Entre otras cosas porque cuesta cuatro millones de euros menos y porque a Víctor Orta no le han dejado acabar su trabajo.

Al director deportivo del Elche le ofrecieron 14 millones de euros para armar un equipo competitivo, pero cuando enfilaba la recta de meta, con el 1 de septiembre al fondo, le restaron los dos con los que tenía cerrado traer a José Alberto Cañas como pivote defensivo, a un lateral derecho - para suplir la baja del despedido Sapunaru - y a un extremo polivalente que aportara competencia a las dos bandas. Orta es el que menos culpa tiene de lo que ha ocurrido porque seguro que no hubiese dado los mismos pasos a la hora de fichar si hubiese sabido las cartas que barajaría.

La salvación se presenta como un objetivo mucho más difícil que el pasado curso. Toca apelar a un rendimiento perfecto de cada jugador y rezar a la Mare de Deu para huir de lesiones y sanciones. En el Consejo de Administración esperan aguantar hasta enero para reforzar la plantilla, pero ¿quién garantiza que entonces podrán fichar? Nadie. En el último mercado de invierno tampoco hubo margen y se hizo un invento para traer a Rodrigues a cambio de 900.000 euros  y cuatro años y medio de contrato. Como decía Escribá, “de viejos polvos (esos y muchos otros) estos lodos”.

El presidente Sepulcre dio un paso al frente en junio con la contratación para la dirección deportiva de Víctor Orta y antes con la renovación de Fran Escribá para estar en el banquillo durante tres temporadas más. Sin embargo, sigue pinchando donde se supone que es su terreno: los números y los despachos. El Elche necesita a un profesional a la altura de Orta y Escribá para los despachos porque la LFP, la RFEF y la AFE ve lo que hace el club, a pesar de su buena voluntad, y se frota los ojos. No parece real. Si no cambian mucho las cosas, este camino no conduce a buen destino.