La rendición no está en el vocabulario

Lejos de achantarse, el Atlético se ha reforzado tras la ida de semifinales. Comprobó que un club que le cuadruplica en presupuesto afrontó el partido con los temores de un equipo menor que se enfrenta a un gigante. Eso da moral siempre. Resulta pueril la lectura de que el Chelsea le pagó con su misma medicina. Ni el Atlético ha puesto nunca el autobús de esa forma tan descarada en su área, tampoco en la vuelta de cuartos contra el Barça, ni es comparable el potencial de ambas plantillas para justificar planteamientos. Sea como fuere, bienvenida la táctica del murciélago de Mou. El resultado de 0-0 lo firma siempre el portugués en un partido de ida jugando en casa. Si es tan calculador y buen estratega, debe ser que no es malo del todo.

Para la vuelta hay que confiar más en el espíritu guerrero de los futbolistas rojiblancos que en las estadísticas, que también. No haber perdido en Champions fuera de casa y haber marcado en todos los partidos, algo indica. Pero resulta más alentadora la demostración de fortaleza mental exhibida durante toda la temporada. Sin grandes fichajes en el mercado invernal, soportando un calendario infernal para una plantilla limitada, asumiendo con naturalidad las lesiones que han ido llegando, el Atlético jamás ha dado síntomas de flaqueza. Incluso está preparado para encarar un partido idéntico al de la ida, esto es, que le dejen la iniciativa y sea él quien vaya a por el choque y la eliminatoria. Confianza ciega.