Johan Bruyneel, destacado ciclista y aún más afamado director por haberlo sido de Armstrong en sus siete Tours, ha quedado inhabilitado durante diez años para cualquier actividad deportiva. Su pecado fue estar al frente de una conspiración para la práctica del dopaje. Eufemiano Fuentes, más o menos por lo mismo pero dicho con otras palabras y utilizando otros argumentos, recibió una condena de cuatro años. Esto quiere decir que dentro de dos podrá volver a ejercer de médico en cualquier equipo. Luego nos preguntamos por qué aquí nos miran mal. Trataremos de hacer las cosas bien, querremos cambiar, pero comparaciones como éstas nos dejan en evidencia: Bruynnel, diez años; Fuentes, cuatro.

La diferencia radica en que Bruyneel ha sido juzgado por dopaje, mientras que Fuentes lo fue por delito contra la salud pública. Fuentes, oficialmente, nunca dopó a nadie, aunque la sentencia de la Operación Puerto es un auténtico tratado sobre el dopaje. No hace falta leer la novela Sangre de Barro, de Maribel Medina, para imaginar lo que ha pasado o pasa en España. En la sentencia está todo contado y probado. Pero al no juzgarse el dopaje, colegas de Bruyneel como Saiz y Belda quedaron absueltos. Estas son las leyes que tenemos. O las ganas de investigar. En dos años podremos ver a Fuentes de médico en el pelotón, y a Saiz y Belda, de directores en cualquier momento. Si algo lo impide será la condena social, no la justicia.