Una final sin españoles

Nos quedamos sin Nadal en la final de Montecarlo; también sin Ferrer, de quien se esperaba más después de haber sido su verdugo. García-López tampoco pudo convertirse en la revelación del torneo al desperdiciar la oportunidad de eliminar a Djokovic, al que tuvo contra las cuerdas en los cuartos de final del viernes. En resumen, lo que podía haber sido una fiesta española se quedó en una profunda decepción. No habrá finalista español en Montecarlo, lo cual no sucedía desde 2004, cuando Schuettler eliminó a Moyá en las semifinales. Desde entonces Nadal siempre había jugado la final, en una ocasión acompañado de Ferrer y en otra de Verdasco. El tenis suizo pone fin a la hegemonía española en Montecarlo, que ha durado nueve años.

Lo que sí se ha cumplido un año más es la imposibilidad de que un mismo jugador gane los tres primeros Masters 1.000 del año. No pudo Courier en 1992, Chang en 1992, Sampras en 1994, Ríos en 1998, Agassi en 2001, Federer en 2005 y 2006, ni Djokovic en 2011 y tampoco este año, después de ganar en Indian Wells y en Miami. Todos acabaron acusando el tránsito de la pista dura a la tierra. Es una superficie u otra, como si no diera tiempo a adaptarse. Por ser Montecarlo el primer torneo grande del año en tierra, se mostraba muy propicio para nuestros jugadores. Pero de tener hasta tres semifinalistas en más de una ocasión, hemos pasado a estar casi desaparecidos. Es un toque de atención. Cuando no está Nadal la presión se nota y atenaza.