Un Madrid con corazón

Qué gozada. El Madrid, campeón. Como nunca debió dejar de ser. Lo normal en el equipo más grande de la historia del fútbol. A las 23:33 horas de este inolvidable 16 de abril, Iker Casillas levantó al cielo de Valencia otro título más, la Copa del Rey. Un acto de justicia poética y futbolística con el gran capitán y con un Madrid que no tuvo a Cristiano, pero tuvo corazón, coraje y mucho fútbol. Fue una final que ayuda a ganar adeptos a la causa. Ancelotti ha logrado que sus hombres jueguen con el entusiasmo de la adolescencia. Pelean por la pelota con fiereza, no lloran porque una lesión dolorosa les obligue a jugar sin el mejor futbolista de la Tierra (¿alguien duda que es Cristiano después de la misteriosa desaparición de Messi?). Sin el Balón de Oro, Di María se puso la capa de Supermán en la primera parte y Bale le tomó el relevo en la segunda. Un argentino y un galés firmaron dos goles para la posteridad. Qué final más feliz para una afición entregada y entusiasta que se lo merece todo. Más de 25.000 vikingos convirtieron Mestalla en un pequeño Bernabéu. Cuando Ramos se puso a dar capotazos con la grada entregada entre olés sólo quedaba afirmar: “La felicidad existe y la teníamos más cerca de lo que creíamos”.

Un Madrid con ángel. Este equipo es una piña y el que mejor lo representa ahora es Di María. Él solito se comió a un Barça que se aferró a Bartra como si el chaval fuese el Puyol del futuro. Pero eso es poco ante la velocidad endemoniada de este argentino sin techo que anoche se matriculó como Cristiano de guardia. Su gol abrió la lata, desnudó las limitaciones de Pinto y recordó que este Madrid no busca coartadas. Hay equipos que van “partido a partido” y lo respeto. Pero el Madrid va más lejos. Vamos “título a título”. El primero ya ha caído…

Éxtasis galés. Su gol me recordó al de Zidane en Glasgow. No por la ejecución, sino porque su trascendencia justifica la gran inversión realizada por él en verano. Gastarse 100 millones en un chaval de 24 años consuela cuando ves semejante obra de arte. Su carrera por fuera de la banda, comiéndose a Bartra y culminando su sprint boltiano con una sotana a Pinto, permitió a la afición blanca recordar que la vida es blanca. Y bella, muy bella…

Una piña. Este equipo ganó la Copa número 19 desde el vestuario. Una hora antes del partidazo de Valencia vimos a Cristiano, con su gorra inconfundible, animar a sus compañeros desde el césped perfectamente cuidado de Mestalla (esta vez estaba a sólo 20 milímetros, así que ni Xavi ni nadie podrá utilizarlo como excusa). Bromas, buen rollo, abrazos deseándose suerte… En suma, cara de campeones.

Bien Mateu. Conste que aún dudo de a qué vino el gol anulado a Bale. Para mí el contacto con Pinto no fue de falta, pero no es óbice para que afirme que el colegiado valenciano estuvo espléndido. Tuvo personalidad para no dejarse engañar por piscinazos absurdos. Se hizo respetar y no permitió ese corro de la patata que el Barça hacía estos años para intimidar a los árbitros. Mateu, good referee…

Cibeles, feliz. Anoche Cibeles disfrutó muchísimo con la visita de madrugada de sus chicos acompañados con la Copa. Está muy orgullosa de ellos. Le espera una vida agitada de aquí al 24 de mayo. Ya me lo recordaban mis amigos de la Peña Picanya, Hat-trick de Albal, Windy City de Chicago, Sur de California y Albufera, con los que disfruté en las horas previas. Os quiero. CAMPEONES.