Juanma Trueba

El gran salto del Madrid

La foto es infrecuente. En primer lugar, por el ángulo. El gol está tomado como si el fotógrafo compartiera los ojos de un centrocampista, como si, en busca de la acción, hubiese avanzado como un marine desde el fondo de una portería hasta la mitad del campo; ustedes disculpen, yo también estoy trabajando. Los objetivos de 400 milímetros no sólo intimidan por su forma de bazuca; también por el precio, unos 12.000 euros.

La foto es infrecuente porque, disparada desde una distancia de más de cien metros, está limpia de estorbos o actores insustanciales. Cabe la portería entera y a ese marco se ajustan los protagonistas: Cristiano, Adriano, Pinto, la pelota, la red y el público en vilo, fondo culé de Mestalla, 20 de abril de 2011.

El encuadre, la nitidez y la pericia de nuestro compañero Alberto Iranzo resuelven cualquier duda. Cristiano impacta la pelota a la altura del larguero (2,44). El mérito es mayor (enorme) si recordamos que transcurre el minuto 103 de la prórroga. Adriano apenas tiene fuerzas para levantarse del suelo. Pinto, que seguía la incursión de Di María, tarda demasiado en girarse; cuando Cristiano cabecea, el portero todavía no tiene los pies plantados en la hierba. En esa minucia se explica que, tres años después, siga sin llegar a la pelota.

La foto que sirve de póster a la final de 2011 no se repetirá hoy. En Mestalla se reunirán Adriano, Pinto, muchos de los espectadores en vilo y, por supuesto, Alberto Iranzo, bazuca en ristre. Sin embargo, faltará Cristiano, goleador y símbolo de una victoria que se decidió después de que empataran la estrategia y el talento.

La foto es una crónica de ayer y una pista para hoy. La incógnita es saber quién rematará esta noche ese balón, si algún futbolista llegará tan alto. Si alguien lo consigue, Iranzo lo dejará colgado del cielo para siempre. Clic.