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Paul Gascoigne, mucho más que un alcohólico

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Paul Gascoigne, mucho más que un alcohólico

Paul Gascoigne, mucho más que un alcohólico

Paul Gascoigne Fans

El legendario inglés es más recordado por sus excesos y problemas con las drogas que por su fútbol

Cuando uno piensa en Paul Gascoigne, o simplemente ve una noticia en el time-line de sus redes sociales la pregunta que emerge automáticamente en el lector está clara: "¿Qué ha hecho esta vez?". La afición del ex futbolista por las drogas y el alcohol lo ha condenado a una vida llena de excesos y problemas, y las recientes fotos publicadas por The Sun en la que se ve paseando desorientado con heridas en la cara no hacen sino alimentar su negro legado.

Pero conviene recordar al aficionado futbolero, especialmente a aquellos que no pudieron disfrutarlo en los 80 y los 90, que se trata de una auténtica leyenda del futbol inglés y mundial, quien además de meterse en líos constantemente mostró unos valores deportivos que le hicieron uno de los jugadores más aclamados de las aficiones para los que jugó.

Paul Gascoigne era con todas las letras, el jugador total de su generación. Poco o nada podría esperarse de un joven niño con transtorno obesivo, que creció siendo testigo de la muerte de uno de sus mejores amigos y que perdió a su padre por una embolia cerebral en una familia de clase baja trabajadora. Pero él solo quería brillar en el fútbol, y vaya si lo consiguió.

Fue un niño de la calle, y así llegó a su deporte más amado. A los cuatro años se echó a buscar con quién patear balones y pronto se convirtió en el crío por el que todas las canteras de Inglaterra suspiraban. Southampton, Ipswich Town o el Middlesbrough de Karanka parecían los candidatos ideales para el joven, que se decidió finalmente por el Newcastle.

En las urracas mostró al país la grandeza que escondía en sus botas. Fue elegido Fubolista Joven del Año por la asociación de futbolistas en 1988 y pronto mostró su sello de identidad. Era un box to box en el sentido más completo: tremendo poderío físico, un seguro en defensa y una conducción y llegada formidables. Un inglés de la vieja guardia.

Lo mejor se lo dejó para la selección. Le costó entrar en las convocatorias de sir Bobby Robson, pero pronto hasta él quedó prendado por el joven, que fue convocado para el mundial de Italia 1990. Allí lideró a Inglaterra hasta la semifinales y dejó la que probablemente sea la imagen de su carrera: recibió una amarilla frente a Alemania Occidental que no le permitiría jugar en una hipotética final y Gazza rompió a llorar como un crío, mostrando el amor que profesaba por su país. Los ingleses fueron apeados en ese encuentro, pero Gascoigne fue elegido en el once ideal del torneo.

 

Su versión premium se vio en su etapa en el Tottenham Hotspurs, que consiguió adelantarse en su contratación en 1988 al mismísimo Manchester United. Tiempo después, sir Allen Ferguson reconocería que no haberle fichado fue una de las grandes decepciones de su carrera. Con ellos conquistó la F.A. Cup de 1991 pero no pudo levantarla en el campo porque entró al quirófano al romperse el ligamento cruzado anterior en la final ante el Nottingham Forrest.

Aún el díscolo futbolista tenía duende para rato. Con vistas a expandir su legado internacionalmente, vistió las zamarras del Lazio y el Glasgow Rangers. En Italia no consiguió volver a sus días de Tottenham, pero dejó prendada a la grada tifossi. Por su parte, su etapa en los Rangers fue la más laureada (dos Premiers y una copa), siendo elegido jugador del año de la liga en 1996, su año mágico.

Y de nuevo volvió a la selección en la que no jugaba desde su rotura de ligamento, esta vez bajo las órdenes de Terry Venables y en su casa, en la Eurocopa de 1996. Comandó a una gran Inglaterra para volver a caer en semis ante Alemania por penaltis, en una tanda en la que todos marcaron -incluido él- pero en la que falló su compañero Southgate. La Alemania de Bierhoff y Klinsmann ganó a la mejor generación checa (Nevded, Bejbl, Poborsky) por el entonces legal aunque inmoral 'Gol de Oro'. Tampoco falló Gazza en la tanda de cuartos ante España...

 

La misma selección por la que sudó y sangró fue la que le asestó la puñalada final a su carrera. Todo marchaba bien hasta que unas fotos alcoholizado aireadas por tabloides le dejaron fuera del mundial de Francia de 1998. Nunca lo superó y luego vinieron Middlesbrough, Everton, una breve etapa en China y la retirada en el Boston United. Fue anecdótico, a Paul se le murió el fútbol en 1998. Pero lo de antes, fue un regalo que deberíamos recordar más a menudo. Gracias, Gascoigne.

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