Los fans de las franquicias anuales deportivas tenemos claro lo que queremos aunque si nos dejan expresarlo digamos lo contrario. Es la llamada paradoja de las encuestas, la paradoja Big Data, que explica porque la gente dice que quiere una cosa pero sus actos son diferentes. O como, si nos guiamos por las encuestas, resulta que la gente vota cosas que luego las urnas desmienten.
El caso es que si se nos pregunta a los seguidores, penitentes en cada anualidad, de las sagas deportivas sobre nuestros sueños responderemos, casi al unísono y a voces, que queremos reinvención, nuevos modelos de juego, que en cada salto generacional haya una explosión de conceptos no utilizados, gráficos e inteligencias artificiales dignas de las mejores películas de ciencia ficción y que nos sorprendan en cada aumento del numerito que viene después del título del juego.
La realidad, la triste realidad, es que lo que queremos de verdad, lo que pagamos y lo que acabamos comiendo, es que nos den más de lo mismo año a año. Y en eso somos culpables todos, que cada vez que se produce un pequeño cambio en nuestras sagas favoritas acabamos aborreciéndolo y criticándolo sin medida. Ahí están las "innovaciones" de Madden, FIFA o NBA 2K, y sus resultados en los aficionados para atestiguarlo.
MLB The Show, que presenta su anualidad ahora con el inicio de la temporada de la liga de beisbol, es una de las series deportivas que mejor ha entendido esto y, desde hace tiempo, se dedica a pulir pequeños defectos, a aportar pequeñas cosas, que hacen que el juego avance de 365 días en 365 días pero sin variar apenas nada del núcleo del juego. Es por eso que la franquicia de Sony se ha convertido en una de las más respetadas y queridas en este mundillo de los videojuegos deportivos.
Para los que no conozcáis The Show, algo muy lógico teniendo en cuenta la escasa implantación de este deporte en España, deciros que se trata de un muy sólido videojuego, con unas mecánicas de lanzamiento, bateo, defensa y carreras entre bases que no sólo es realista y divertido, sino que es lo suficientemente flexible como para que la habilidad individual en cada momento del juego sea importante. Eso hace muy divertido el mero hecho de ponerse a echar una partida.
En The Show 15 la mejora en este aspecto ha pasado por la posibilidad de direccionar los bateos por las distintas partes del campo, así como la capacidad de forzar bateos de sacrificio con mayor facilidad. Como dije antes, un pequeño cambio que no afecta al corazón de la jugabilidad pero que, sin embargo, si que hace que la experiencia, sobre todo con el paso de los partidos, sea superior a la de otros años.
Partiendo de esa base, la fundamental, se construye a su alrededor un espectáculo visual y de inmersión que sólo tiene parangón en la saga NBA 2K. La capacidad de replicar estadios y ambientes, así como el espíritu de la MLB es, me atrevo a decir, el mejor del género. Aquí hay una de las pequeñas manchas de esta edición 15 de The Show, y es que las animaciones de los jugadores no aumentan al ritmo que podría esperarse y son excesivamente similares, y repetitivas, a las de años anteriores.
El mejor elemento novedoso de la presentación es el Radio Show que existe en el modo franquicia. Es fresco, divertido, y hace olvidar el aburrido trabajo de los comentaristas en los partidos, un punto flojo de la saga. Además, el modo franquicia, así como el modo leyenda (llevara un jugador individual de la nada a la gloria) siguen siendo los mejores que yo conozco.
En general, en todo hay una mejora marginal, un pequeño pulido y barnizado que hacen de MLB The Show 15 el mejor juego de la saga hasta la fecha, y un candidato, como siempre, a juego deportivo del año. Estoy seguro que todos nos quejaremos de que es más de lo mismo y de que el año que viene esperaremos más riesgo por parte de Sony San Diego, creadores de la saga, pero, a la vez, estoy convencido de que nos darán lo de siempre un poco mejorado. Y nosotros contentos.
