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MOTOGP | PORTUGAL

"La presión aumenta muchísimo para el médico con Márquez"

El doctor Ángel Charte es el ángel de la guarda de los pilotos desde 2012 y, pese a su experiencia, llora cuando se dan dramas como el de Dupasquier o Salom.

PortugalActualizado a
El doctor Ángel Charte.
motogp.com

En la tarjeta de visita del doctor Ángel Charte cabe todo esto: Jefe del Servicio de Medicina interna del Hospital Universitario Dexeus y director del Servicio Médico Quirónsalud de MotoGP. Resumiendo, desde 2012 es el ángel de la guarda de los pilotos mundialistas y de los de las copas de promoción que coinciden con GP. El catalán no es amigo de conceder entrevistas, pero tenía una pendiente con AS y en Portimao cumplió con su palabra. 

-El día del accidente fatal de Dupasquier, el 29 de mayo del año pasado, yo sabía que no había solución por un gesto suyo cuando despegaba el helicóptero que le evacuaba al hospital. Le vi desolado. ¿Qué hace un tipo como usted en un sitio como éste, llevándose disgustos como aquél?

-Cuando ocurre un accidente de este tipo en una familia como somos los de MotoGP, es un drama. Este es un deporte de adrenalina, alegría, afición y un punto dramático, como la propia vida. Para mí, trabajar aquí es una satisfacción personal increíble.

-¿Cómo surgió su llegada a MotoGP?

-Cuando falleció Simoncelli en 2011, lo que se me encomendó es lo que yo hago cada día en mi hospital, donde soy el jefe de servicio de medicina interna intensiva y lo que hago es trabajar con pacientes críticos y graves. En el mundo del deporte, no es tan habitual como en el hospital casos así. Gracias a Dios, aquí los hechos luctuosos aparecen muy de tanto en tanto, cada cuatro, cinco o seis años, según las estadísticas, aunque el pasado fue dramático. Lo de Dupasquier fue muy parecido a lo de Salom y es dramático. Mi misión es mantener al piloto con vida hasta que lo puedo derivar a un hospital de referencia del circuito en el que estemos, pero uno es médico y sabe lo que tiene entre manos. Llevo 37 años ejerciendo mi profesión y, a pesar de que le mantengas con vida y liberes la vía aérea y lo estabilices hemodinámicamente, y demás, pues sabes muchas veces que el pronóstico no es bueno.

-Hable de sus inicios en el Mundial.

-Entro al año siguiente del hecho luctuoso de Simoncelli, en 2012. Nuestra misión era poner unas unidades de medicina intensiva, que es lo que yo hago aquí, además de hacer muchas veces de médico de cabecera de muchos, porque esto es una familia. Pasamos 170 días fuera de casa conviviendo con todos y te conviertes más en su protector médico. Llegas a tratar temas personales, morales, sus miedos, sus alegrías. Te conviertes en parte de ellos y trato igual al primero de MotoGP que al último de Moto3. No leo nombres cuando tengo que actuar sino patologías. Es cierto que el drama existe, pero evolucionan las motos y también los médicos y el equipo médico. Tenemos capacidad de hacer electrocardiogramas en diez segundos o desfibrilar y hacer trombolisis que antes era impensable hacer. Quiero recordar y acordarme del doctor Costa, que estuvo aquí 40 años e hizo una medicina muy buena, la que podía hacer. Nosotros nos adecuamos a los avances de la medicina. Yo trabajo en el Hospital Universitario Dexeus del grupo Quirón y el reciclaje es constante, en tratamientos y diagnósticos, materiales, pruebas complementarias, laboratorio… El Mundial aquí dentro es una pequeña sala de intensivos dentro de un hospital de fuera. No nos da miedo nada. Podemos hacer intervenciones en pista, tanto vasculares como torácicas como de todo tipo. Es lo que sabemos hacer.

-¿Hubiera corrido mejor suerte Simoncelli de haber existido entonces el equipo médico de intervención inmediata y los medios de los que disponen hoy?

-Pues no lo sé. Creo que la lesión era muy grave. Es muy difícil contestar a esta pregunta. Actualmente, y como dice mi contrato, mi misión es estabilizar al piloto hemodinámicamente y enviarlo al hospital de referencia. Luego, si las lesiones que padece son incompatibles con la vida…

-¿Cuál es la acción que más contento le ha dejado o cuando más útil se ha sentido?

-Muchas veces. De los 1.400 accidentes que tenemos al año, siete u ocho son graves, por estadística.

-¿El caso más difícil que salió adelante?

-Hay muchas, pero hay un chico que estuvo a punto de morir y que luego me escribió una carta. El probador de Ducati, Pirro, que salió volando en el final de recta de Mugello y tuvo una caída a muy alta energía, con parada cardiaca… El médico, cuando cumple con su obligación y puede recuperar a un paciente o piloto, es gratificante, claro, porque es lo único que sé hacer.

-No es poco…

-Ezpeleta me enseñó rápido que aquí los pilotos corren riesgo. Desgraciadamente, cuando muere un chico joven, te queda frustración.

-¿Llora o la costumbre le hace más fuerte?

-Sí lloro, sí. Lloro de tristeza por no haber podido hacer algo más. Creía que con la edad sería más duro, pero sigo siendo igual de blando que a los 24 años. De hecho, es al revés, me he hecho más blando, y no lo vivo sólo aquí sino también en mi hospital.

-¿Algún error a partir del cual se ha podido mejorar?

-Yo no hablaría de errores. Hablaría, y lo digo abiertamente, que hay que seguir reciclando artículos del código médico que a veces están desfasados. Con los últimos accidentes graves que hemos tenido, entre ellos el de Marc Márquez, me reuní con el director general de la FIM y el doctor David MacMagnus (director de la comisión médica de la FIM), y le dije que teníamos que cambiar, y me hizo caso.

-¿A cuál de los de Márquez se refiere?

-Al de Jerez de hace dos años. Es difícil cambiar artículos, pero tengo línea directa con la FIM y MacMagnus conmigo se ha portado muy bien. Le he pedido que hay que hacer más pruebas a los pilotos a la vuelta de una lesión grave y que no vale con cuatro movimientos que no llevan a nada. Hemos introducido neurocirujanos, oftalmólogos y traumatólogos, todos consultores por nuestra parte. A pesar de que el piloto nos traiga unos informes de su especialista, queda potestad por nuestra parte de consultar con nuestros consultores y decidir si es sí o no apto para salir a la pista.

-¿No habrá nunca más reapariciones milagrosas?

-No, ni como la de Márquez en Jerez ni como la de Lorenzo en Assen. A partir de Lorenzo en Assen 2013 ya se hizo un protocolo más severo.

-¿Por qué se permitió a Márquez reaparecer en el GP de Andalucía 2020 sólo cuatro días después de haber sido operado de la fractura en el húmero del brazo derecho? Con el tiempo se vio que fue un error.

-Lo de Márquez es un caso especial que ha hecho correr ríos de tinta por todos lados. Ha opinado todo el mundo de ello. Cuando Márquez se incorpora después de la primera operación, entra perfectamente. Los informes que recibimos eran correctísimos y, cuando se sube a la moto, empieza delante (empieza delante, pero baja al 19º en el FP3). Había pasado el tiempo prudencial según el código médico que había, se le hicieron las pruebas y se le dio el ‘fit’ a Márquez porque pasaba todas las pruebas. Hablar luego a toro pasado es muy fácil. Vamos cambiando luego el código médico y somos más exigentes.

-Siga con el caso Márquez.

-Al cabo de los quince días le pasa lo que le pasa, abriendo un ventanal hay que hacer otra operación que tampoco acaba bien. Y debo decir que mi confianza con el doctor Mir es plena, y me da igual que trabajemos en el mismo hospital, porque soy crítico y exigente con los míos, como me exigen a mí. No soy tolerante en ese aspecto. El asunto no fue bien, pero ahora va bastante bien y las últimas revisiones que ha hecho con un gran traumatólogo, como es el doctor Antuña, parece que la evolución va bien. Ten en cuenta que, una vez acabada la carrera, yo ya no tengo ningún poder de ningún tipo. A mí hospital vienen por patologías comunes y mi misión aquí acaba cuando acaba el domingo. Sí es verdad que luego, en la siguiente carrera, pido la documentación del accidente que ha tenido y lo corroboro con los traumatólogos del circuito y con los que considero que debo hacerlo.

-¿Aumenta la presión cuando tratan a un personaje como Márquez?

-El de Márquez es un tema complicado y difícil por ser quién es el personaje. La presión aumenta muchísimo para el médico y luego todo el mundo habla y dice. Con la diplopía última de Márquez, he oído opinar a oftalmólogos que no le han visto y se ha convertido en una especie de circo. Es algo que no me parece ético, porque yo nunca opino de patologías que no trato. Márquez sabe lo que tiene y conoce los riesgos que asume. Su oftalmólogo se lo ha explicado perfectamente y él es un profesional. Lo que tiene no significa que si se cae tenga otra diplopía. Puede pasarle, ahora, en diez años o nunca más. Todo esto conlleva muchas cosas y quiero decir que Dorna se ha preocupado muchísimo en proteger a sus pilotos, en todos sus aspectos, en seguridad, médicamente, mediáticamente. Yo antes era más condescendiente cuando me preguntaban qué tenía tal o cual piloto, y ya no hablo más hasta que tenga algo diagnosticado con tranquilidad, porque hay quien distorsiona las cosas. La gente debe entender que el tema médico es muy serio, porque la vida del piloto está encima del tablero. Hemos tenido casos muy graves en pilotos de Moto2 y Moto3 que han salido adelante y que no han salido a la luz pública. Está claro que los hay más mediáticos.

-¿Apoya esa teoría de que los pilotos están hechos de otra pasta?

-No, no. Los pilotos son humanos. Lo que pasa es que se preparan desde pequeños y hasta saben caer. Recuerda cómo se tiró Maverick en marcha el año pasado en Austria, que se levantó como si nada hubiera pasado. Lo que sí tienen muy importante los pilotos, que tienen tanto miedo como tú y como yo, es que gestionan su miedo perfectamente. Saben siempre cuánto y cómo arriesgar. Aquí no hay ningún loco, ningún loco.

-Eso lo decía mucho el Maestro Nieto.

-Están muy cuerdos, y cada uno con sus aptitudes, que no son iguales para todos.

-¿Ve cómo teníamos una charla pendiente? Ha sido muy ilustrativa y didáctica. Gracias.

-Me alegro. Y agradezco siempre la colaboración y el interés de los medios. Sólo pido que tengáis paciencia conmigo, porque a veces no puedo decir lo que debo decir y, si mi cara refleja tristeza, pues ahí está.