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MUNDIAL DE RALLYS

Ogier, devorador de triunfos

El francés culminó su tercer año triunfal con unos números difíciles de igualar: 8 triunfos, 94 tramos ganados, 9 Power Stage y 125 en cabeza

Actualizado a
EL MEJOR. Sebastien Ogier no ha tenido rival esta temporada en el Mundial de Rallys.
EFE

"Odio perder”, reconocía Sebastien Ogier la tarde del sábado del Rally de España. Tenía dominada la prueba, y se encaminaba hacia su tercera victoria consecutiva en Salou, pero no era suficiente para él. Quería culminarlo con el ‘Power Stage’, el último tramo televisado, que otorga puntos extra. No lo necesitaba en absoluto, porque ya tenía el título en su poder. Pero él es así, un devorador de triunfos.

Y, por una vez, su desmedida ambición le jugó una mala pasada. En su intento por redondear el fin de semana, en la primera pasada por la especial de Duesaigües corrigió una nota de una curva a izquierdas para pulir su tiempo. Y fue demasiado optimista, lo que le llevó a empotrarse contra el guardarraíl en la siguiente y definitiva pasada, regalando a Andreas Mikkelsen su primer triunfo mundialista.

Pero este fin de semana se ha desquitado en Gran Bretaña y se ha anotado su tercera victoria consecutiva en Gales, la octava de la temporada y la número 32 de su carrera. Una trayectoria que le lleva, aunque él siga sin querer pensar en ello, tras los pasos del otro Sebastien, Loeb, su tocayo, compatriota y eterno enemigo. Por el momento está a 46 triunfos de los 78 del alsaciano, y a 6 títulos de los 9 que consiguió el piloto más laureado de la historia.

Podría parecer mucho, pero, echando un vistazo a las estadísticas de esta temporada, parece difícil que a día de hoy nadie pueda frenar al otro Sebastien, el de Gap, que ha ganado 94 tramos frente a los 48 de Jari-Matti Latvala, el segundo en este ránking, y ha liderado rallys durante 125 tramos frente a 36 del finlandés, que también le secunda. Ha ganado 8 de los 13 rallys y 9 de los 12 Power Stage.

Y eso que lleva llorando amargamente todo el año por el nuevo orden de salida, que obliga al líder del campeonato, osea él, a abrir pista durante las dos primeras etapas de cada rally, lo que supone una gran desventaja en los rallys de tierra, que son mayoría en el certamen.